Pues el debate presidencial
vino y se fue. Como otros ya se ha
comentado, el formato fue desafortunado y la producción, lamentable.
- El ganador del debate en materia de seguridad pública fue Felipe
Calderón: Ninguno cuestionó la
existencia de operativos federales sin límite temporal, nadie le puso
peros al uso de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública, no
hubo reparos sobre la colaboración con Estados Unidos.
- Todos quieren más policías: no sabemos porque o para que, pero todos los candidatos aparentemente quieren una expansión en el número de policías. El premio a la irrealidad en este tema se lo lleva Quadri: no sólo propone multiplicar por 10 el tamaño de la Policía Federal, Peña Nieto no le entró al juego de los números, pero sí al de imaginar nuevos cuerpos policiales: propuso la creación de una gendarmería. Vázquez Mota planteó la creación de una “policía nacional con disciplina militar”. López Obrador fue más mesurado en esto y sólo se pronunció por la creación de una “nueva Policía Federal”.
- Todos quieren menos personas en la cárcel: este es un consenso agradecible. Todos reconocieron que:
a) el sistema penitenciario es un desastre.b) es indispensable un uso mucho más intensivo de mecanismos alternativos de resolución de conflictos.c) es necesario separar poblaciones.
Eso sí, sólo Quadri propone privatizar la administración de prisiones. - Todos quieren seguir “nacionalizando” el problema: Todos quieren seguir manteniendo un arreglo que permite a los gobernadores lavarse las manos sistemáticamente. (Quadri sí habló de retirar participaciones a gobiernos que no implementen la reforma al sistema de justicia penal). Es más, parecerían inclinados a reforzar esos incentivos perversos: Vázquez Mota, al hablar de su “policía nacional con disciplina militar”, afirmó que se utilizaría “para cuando los gobernadores no quieran hacerse cargo.” Los primeros en aplaudir eso serían los propios gobernadores: si saben que, ante un deterioro de las condiciones de seguridad, estaría allí el gobierno federal para rescatarlos, ¿qué incentivos tendrían para “hacerse cargo”? Ni Peña Nieto ni López Obrador se refirieron siquiera al problema y todo lo que propusieron parecería ir en la dirección de mantener la responsabilidad básica en el ámbito federal.
- El mundo exterior no existe: en ninguna intervención de ninguno de los candidatos, hubo referencia alguna al carácter internacional de algunos de nuestros problemas de seguridad. Nadie uso la palabra “narcotráfico”, "Iniciativa Mérida", "tráfico de armas", "flujos de migrantes" o "control de las fronteras". Es como si nada de lo que sucediese fuera nos impactase dentro.
- La prevención social del delito: en este asunto, López Obrador se lleva las palmas: en su cosmovisión, la inseguridad no es más que un subproducto de la pobreza y la marginación. Reducirla no requiere más que reactivar la economía. Ninguno de los candidatos reconoció un hecho básico: no todo el gasto social ayuda a prevenir el delito y él que sí ayuda, tiende a hacerlo en el mediano y largo plazo.
- Algunos creen que la “inteligencia” es una varita mágica: en este
tema, Quadri se lleva el tache mayor. Primero, se arrancó con una cita
de Felipe González (el expresidente del gobierno español), según la cual
“el combate al crimen organizado es 85% inteligencia y 15% operación”.Quadri no tiene ni idea de lo que está hablando en este tema. Este
fetichismo de la “inteligencia” es compartido por otros candidatos
(particularmente por Peña Nieto), pero ayer no lo sacaron a relucir.
- He escuchado y cada comentario con la edecan Julia Orayen durante la distribución de las papeletas a la y los candidatos que participaron en el debate presidencial celebrado la víspera, cuya vestimenta generó polémica y reacciones en medios escritos y electrónicos nacionales e internacionales y en mi sana opinión enseñó tanto esta modelo que parecía que andaba buscando un puesto en la Secretaría de Educación, para que después salga el IFE a pedir perdón por el sexismo y acuso a la producción encargada del evento, para mi fue el mejor elemento de distracción.
En conclusión, creo que este debate me regresó a mi adolescencia. Me
dejó temeroso, insatisfecho, con más preguntas, inseguro, con miedo al
futuro, aterrado de la incertidumbre, y enamorado de la edecán que salió
al principio. Que la verdad, ese momento fue la única parte en la que
todos los mexicanos estuvimos de acuerdo: “¡Qué bárbara!”.
Ojalá
que se lance como candidata porque lo que necesita este país es alguien
que sepa aprovechar los recursos naturales y explotarlos de la mejor
manera.
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