Powered By Blogger

Páginas

martes, 22 de mayo de 2012

Piedras a los bichos

A pesar de ser parte de la normalidad política el hecho de que los políticos dejen inconclusas sus gestiones, ya sea en los congresos, alcaldías o incluso en puestos de la administración pública, es algo que no deja de molestar a un sector de la población, que al no tener tribuna para expresarlo, se espera al día de la elección para castigar a esos “chapulines”.

Pero quienes sí tienen la cobertura de los medios también aprovechan para cuestionar la falta de ética y moral, aun a sabiendas de que esos son valores escasos en el juego político.
Así pues, Ezequiel Reynoso, diputado local del PT, considera que no se vale que si fueron elegidos para cumplir un periodo, renuncien para irse a otra campaña cuando apenas van iniciando su gestión, dejando inconclusas las cosas.

Maria Serrano, senadora de la República, también lamentó esta situación y al igual que el gobernador Mario López Valdez, “chapulín” en su momento, sugiere que se legisle para hacer válida la reelección y así acabar con este problema.

Por su parte el dirigente estatal del PRD, Heriberto Arias, dijo que esta práctica constituye un abandono de los compromisos que se hicieron con los ciudadanos a la hora de pedirles el voto, por lo que pidió legislar para que al menos se condicione la separación de los cargos públicos para buscar otro, cuando hayan cumplido al menos con las dos terceras partes del mandato.

En tanto Francisco Solano Urías, presidente del Comité Directivo Estatal del PAN, reaccionó molesto días antes de que Héctor Melesio Cuen se separara de su cargo: “Por supuesto que me molesta, por supuesto que lo digo con toda la intención de que los ciudadanos de una vez por todas digan ¡ya basta!, y no nada más a él, sino a todos los funcionarios abusivos que todos los días se manifiestan de diferente modo en todo el país y en todo el estado”.
Y es que apenas el mes de enero pasado, Cuen Ojeda había dicho, resignado ya a quedar fuera de la contienda electoral federal, que él no esperaba ser propuesto por algún partido pues estos tenían el monopolio de las candidaturas: “A mí no me ha invitado ningún partido político a participar… ya veremos, si se presenta esta oportunidad lo valoraremos, pero hasta entonces no pienso gastar nada de energía al respecto puesto que tengo una gran responsabilidad como presidente municipal”.
Pero precisamente la falta de responsabilidad de los políticos “chapulines” con el pueblo de Culiacán, ha hecho que en los últimos cinco años la capital de Sinaloa haya tenido seis presidentes municipales: Jesús Vizcarra Calderón, Antonio Castañeda, David Ibarra Félix, Héctor Melesio Cuen Ojeda, José Manuel Osuna Lizárraga y Aarón Rivas Loaiza.
En la esfera federal, entre diciembre de 2011 y febrero de 2012, el Congreso de la Unión recibió 40 solicitudes de licencia: 32 diputados federales y 8 senadores. La mayoría fueron del PRI: 31, pero todos con miras a la elección del domingo 1 de julio, en busca de un nuevo puesto de elección popular o una posición dentro de algún gobierno, de acuerdo con el Primer Reporte Legislativo de Integralia, consultora que dirige Luis Carlos Ugalde.
—¿De qué se trata? ¿Es una deformación de la democracia? —se le pregunta a Arturo Santamaría.

—Sin duda, es una deformación, es un abuso de la democracia con el pretexto de las libertades ciudadanas. Efectivamente que cualquiera puede tener derecho aspirar a un cargo, existe eso en términos constitucionales, pero digamos que esto le quita respeto a la ciudadanía, habla de ambiciones personales o de grupos, ya no de compromisos profundos con la comunidad, porque no hay seriedad alguna cuando estás algunos meses en un cargo y aspiras a otro donde haya más poder o más posibilidad de seguir escalando y no hay compromiso profundo a largo plazo con nadie.

—¿Y por qué ese desprecio a los representados o a los electores?
—Porque la ciudadanía es demasiado débil, no está organizada para ponerle un límite a eso; legalmente tampoco hay ningún limite, ningún candado para que salte de aquí para allá.

Chapulines de la política

El abandono de cargos de elección popular por otros: un desvío de la alternancia

Políticos de todos los partidos que pidieron el voto al ciudadano para ocupar un cargo público, o funcionarios que fueron designados dentro de la administración pública de los tres niveles de Gobierno, “tiran a la basura” sus puestos para buscar otros y se aprestan a salir a las calles para pedir, de nueva cuenta, el voto que los confirme como “chapulines” de la política.

Por la ambición de un sexenio en el Senado de la República, Aarón Irízar López dejó la diputación federal que sí quiso su suplente Reyna Araceli Tirado Gálvez, quien sin pensarlo dos veces dejó la regiduría en el Cabildo de Culiacán. Héctor Melesio Cuen Ojeda por su parte despreció seguir siendo alcalde de la capital sinaloense para buscar una curul en el Senado y en su lugar quedó interino quien fuera síndico procurador, solo para darle paso a Aarón Rivas Loaiza, quien abandonó la diputación local que tenía “para cumplir su sueño” de ser presidente municipal.

Ejemplos de estos “servidores públicos”, mejor conocidos como “políticos chapulines” por saltar de un cargo a otro sin concluirlos, se reeditan cada elección no solo en Sinaloa, sino en todo el país, y constituyen un mal epidémico de la clase política mexicana, que a decir de estudiosos en la materia, ha venido a consolidarse una vez que el régimen priista comenzó a debilitarse y dio paso a la alternancia.

Debido a la escasez moral y ética en la política, nadie se ha decidido a abanderar más allá de la declaración una iniciativa que reforme las reglas electorales para impedir que esto suceda, por lo cual la práctica de los “chapulines”, se mantiene legalmente vigente. Aunque existe en la legislación de Baja California la prohibición al respecto, el caso de Jorge Hank Rhon ha convertido a dicha ley en vigente pero obsoleta, pues el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le concedió en el 2007 contender por la gubernatura de ese estado pese a que el Tribunal Electoral local se lo había prohibido pues era alcalde de Tijuana.

Por eso el argumento de quienes lo hacen, como el diputado con licencia Blas Rubio Lara, que busca una diputación federal por el PRI, o Fernando González Sánchez, quien dejó la Subsecretaría federal de Educación Pública para ser senador por Sinaloa, termina en la autodefensa de que no incurren en ningún acto ilegal.
Arturo Santamaría Gómez, catedrático de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), puntualiza que es interesante ver cómo lo que hoy se da en llamar “chapulines” en política, era algo mucho menos común en el régimen clásico del PRI: “El presidencialismo autoritario decidía quién se iba a uno u otro lugar; normalmente hacía esos cambios el presidente de la República o el hombre poderoso de cada región, pero una vez que habían concluido, casi siempre, esos cargos”.

Esta deformación de la democracia ocurre principalmente cuando empezó a debilitarse el régimen priista, pero sobre todo a partir de la alternancia es que se generaliza, se pierde la disciplina, las largas militancias y se recurre a empresarios para que sean candidatos ante el desgaste de la clase política, e incluso, empiezan a “piratearse” candidatos o los militantes rompen la disciplina ante la ausencia de un eje en el mando y se pasan a otros partidos y esto se desorganiza totalmente, añade el investigador de tiempo completo.

Periodismo muerto

El periodismo es, por naturaleza, un oficio vanidoso. O, si me apuran, una profesión repleta de vanidosos. Una vanidad que nos ha impedido, en la mayoría de las ocasiones, mirar con sentido autocrítico hacia dentro con el objetivo de readaptar nuestro papel en la sociedad. Hoy hemos perdido nuestro lugar en ella, no sólo por no disfrutar del tan preciado monopolio de la información con el que tan cómodos nos sentíamos, sino por la pérdida del prestigio y credibilidad imprescindibles para esa noble tarea.
Por eso, hoy más que nunca es necesaria la autocrítica. Necesaria para contemplar lo excesivamente bien valorados que nos tenemos a nosotros mismos. Hemos recibido durante años un cheque en blanco de la sociedad tan peligroso que nos hemos creído con la potestad de juzgar en el nombre de la libertad de expresión y de información. En la mayoría de las ocasiones, no contamos las historias que suceden a diario para explicarle a los ciudadanos lo que ocurre a su alrededor, sino que tratamos de decirle a éstos cómo y qué tienen que pensar. Pese a todo, no somos jueces ni un poder en sí mismo ni estamos en posesión de la verdad absoluta.
Autocrítica para desterrar de una vez un periodismo de trinchera que no hace más que agrandar la distancia entre la sociedad y los medios de comunicación. Decía hace poco la ya ex Defensora del Lector de El País, Milagros Pérez Oliva, que no hay nada más triste para el periodismo que ver cómo los ciudadanos se ven en la obligación de acudir varios medios y, a través de una media aritmética, hacerse una idea de la realidad. ¿Hasta cuándo los hechos dejarán de ser una mercancía manipulable para ser un bien sagrado?
Autocrítica para corregir esa cercanía con el poder que tanto daño nos está haciendo. En muchas ocasiones, escribimos para el político de turno, el anunciante de turno o el consejo de administración de turno. Nos olvidamos de que nos debemos a los ciudadanos y que nuestra tarea siempre tiene que tener a ellos como el horizonte. Hay que saber encontrar la distancia ideal entre el periodista y el poder o los propios hechos para estar lo suficientemente alejado como para no perder la perspectiva y lo suficientemente cerca como para poder olfatear la noticia.
Autocrítica para convencernos a nosotros mismos de que la carrera del último minuto es un arma de doble filo. Hay que valorar en su justa medida esa tendencia, pues en la mayoría de las ocasiones es preferible no llegar el primero pero contar bien la historia. La excesiva velocidad también puede matar al buen periodismo.
Autocrítica para darnos cuenta de que nos hemos olvidado de las historias inspiradoras, de superación, que sirvan de ayuda a los que realmente lo están pasando mal. Nos hemos instalado en la creencia de que hay que poner el foco exclusivamente en lo negativo que es, a la postre, lo noticioso o lo que creemos que nos dará lectores. Un craso error que nos lleva al círculo vicioso en el que nuestro trabajo pierde gran parte de la utilidad social que se le supone.
¿Quiere decir esto que se hace un mal periodismo? En absoluto. Hay mucho y muy buen periodismo todos los días y en el que también hay que poner el acento. Pero también hay mucho que mejorar y eso sólo se consigue a través de la autocrítica, de la reflexión pausada sobre nuestro papel en la sociedad y sobre lo que estamos haciendo hoy para cumplirlo.
La tormenta perfecta en lo económico pasará, pues se encontrará un modelo de negocio firme pese a las dificultades (otra cuestión será el número de bajas que acarreará). La revolución tecnológica seguirá cambiando, poco a poco, la forma de contar historias (y de consumirlas), pero acabaremos adaptándonos. Pero lo que tiene que llegar es una autocrítica con la que empezar de cero, con la que zarandear conciencias para seguir siendo útiles a la sociedad, para seguir contando, contextualizando, explicando… Sin ella, el periodismo en mayúsculas, aquel que es tan necesario en un mundo cada vez más complejo, está condenado a morir.

martes, 8 de mayo de 2012

Mis puntos del debate presidencial.




Pues el debate presidencial vino y se fue.  Como otros ya se ha comentado, el formato fue desafortunado  y la producción, lamentable. 



  1.  El ganador del debate en materia de seguridad pública fue Felipe Calderón: Ninguno cuestionó la existencia de operativos federales sin límite temporal, nadie le puso peros al uso de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública, no hubo reparos sobre la colaboración con Estados Unidos.
     
  2. Todos quieren más policías: no sabemos porque o para que, pero todos los candidatos aparentemente quieren una expansión en el número de policías. El premio a la irrealidad en este tema se lo lleva Quadri: no sólo propone multiplicar por 10 el tamaño de la Policía Federal, Peña Nieto no le entró al juego de los números, pero sí al de imaginar nuevos cuerpos policiales: propuso la creación de una gendarmería. Vázquez Mota planteó la creación de una “policía nacional con disciplina militar”. López Obrador fue más mesurado en esto y sólo se pronunció por la creación de una “nueva Policía Federal”.
  3. Todos quieren menos personas en la cárcel: este es un consenso agradecible. Todos reconocieron que:
    a) el sistema penitenciario es un desastre.
    b) es indispensable un uso mucho más intensivo de mecanismos alternativos de resolución de conflictos.
     c) es necesario separar poblaciones.

     Eso sí, sólo Quadri  propone privatizar la administración de prisiones. 
  4. Todos quieren seguir “nacionalizando” el problema: Todos quieren seguir manteniendo un arreglo que permite a los gobernadores lavarse las manos sistemáticamente. (Quadri sí habló de retirar participaciones a gobiernos que no implementen la reforma al sistema de justicia penal). Es más, parecerían inclinados a reforzar esos incentivos perversos: Vázquez Mota, al hablar de su “policía nacional con disciplina militar”, afirmó que se utilizaría “para cuando los gobernadores no quieran hacerse cargo.” Los primeros en aplaudir eso serían los propios gobernadores: si saben que, ante un deterioro de las condiciones de seguridad, estaría allí el gobierno federal para rescatarlos, ¿qué incentivos tendrían para “hacerse cargo”? Ni Peña Nieto ni López Obrador se refirieron siquiera al problema y todo lo que propusieron parecería ir en la dirección de mantener la responsabilidad básica en el ámbito federal.
  5. El mundo exterior no existe: en ninguna intervención de ninguno de los candidatos, hubo referencia alguna al carácter internacional de algunos de nuestros problemas de seguridad. Nadie uso la palabra “narcotráfico”, "Iniciativa Mérida", "tráfico de armas",  "flujos de migrantes" o "control de las fronteras". Es como si nada de lo que sucediese fuera nos impactase dentro.
  6. La prevención social del delito: en este asunto, López Obrador se lleva las palmas: en su cosmovisión, la inseguridad no es más que un subproducto de la pobreza y la marginación. Reducirla no requiere más que reactivar la economía. Ninguno de los candidatos reconoció un hecho básico: no todo el gasto social ayuda a prevenir el delito y él que sí ayuda, tiende a hacerlo en el mediano y largo plazo.
  7.  Algunos creen que la “inteligencia” es una varita mágica: en este tema, Quadri se lleva el tache mayor. Primero, se arrancó con una cita de Felipe González (el expresidente del gobierno español), según la cual “el combate al crimen organizado es 85% inteligencia y 15% operación”.Quadri no tiene ni idea de lo que está hablando en este tema. Este fetichismo de la “inteligencia” es compartido por otros candidatos (particularmente por Peña Nieto), pero ayer no lo sacaron a relucir.
     
  8. He escuchado y cada comentario con la edecan Julia Orayen durante la distribución de las papeletas a la y los candidatos que participaron en el debate presidencial celebrado la víspera, cuya vestimenta generó polémica y reacciones en medios escritos y electrónicos nacionales e internacionales y en mi sana opinión enseñó tanto esta modelo que parecía que andaba buscando un puesto en la Secretaría de Educación, para que después salga el IFE a pedir perdón por el sexismo y acuso a la producción encargada del evento, para mi fue el mejor elemento de distracción.

En conclusión, creo que este debate me regresó a mi adolescencia. Me dejó temeroso, insatisfecho, con más preguntas, inseguro, con miedo al futuro, aterrado de la incertidumbre, y enamorado de la edecán que salió al principio. Que la verdad, ese momento fue la única parte en la que todos los mexicanos estuvimos de acuerdo: “¡Qué bárbara!”.

Ojalá que se lance como candidata porque lo que necesita este país es alguien que sepa aprovechar los recursos naturales y explotarlos de la mejor manera.

martes, 1 de mayo de 2012

De la politica a la cancha.

Siempre se ha visto un gran descontento entre las televisoras que gobiernan el país y mas ahora que enfrentan a la reforma electoral del 2007. Desde entonces, decidieron enfrentarse al sistema político con su ejército de comentaristas y periodistas dóciles al guión. Desde 2009 y, más en 2012, estan presente en varios partidos. En vísperas de las elecciones presidenciales del 2012, arreciaron sus ataques a un IFE debilitado; además, promovieron en el Congreso una contrarreforma en medio de su apoyo explícito y mutuo a Enrique Peña Nieto y a Josefina Vázquez Mota. No es casual esta “alianza” masoquista. Tanto Peña Nieto como Vázquez Mota se comprometieron ante los concesionarios a cambiar la reforma electoral del 2007. 

La razón del berrinche son las perdidas de mas de 3 mil 500 millones de pesos en el mercado de la compra-venta de spots que ahora deben ser utilizados en los tiempos del Estado. El pretexto es el fútbol su interés es convertir el futbol en un negocio alterno con los gobiernos de los estados “Los llamados torneos cortos han venido acompañados del surgimiento del equipos en plazas modestas como Jaguares de Chiapas, Gallos de Querétaro, Xolos de Tijuana, Atlante en Cancún o Necaxa en Aguascalientes, constituidos bajo opacos acuerdos entre gobiernos estatales, televisoras y directivos. Equipos fabricados para los torneos cortos con el propósito de que llegaran a liguillas en temporada electoral. En la fórmula, los gobernadores regalaron dinero público, dispensaron a empresarios de impuestos que el resto de los ciudadanos y hombres de negocio sí tienen que pagar y al final perdieron todos. Las teles no tuvieron más rating, los equipos no llegaron los estadios, los políticos perdieron las elecciones y el pueblo quedó más pobre”. 

El desafío expresado por Ricardo Salinas Pliego, el accionista mayoritario de TV Azteca, escribió en su cuenta de Twitter: “Si quieren debate, véanlo por Televisa, si no, vean el fútbol por Azteca. Yo les paso los rating al día siguiente”. Ninguno de los más de 80 partidos de futbol ha sido transmitido a las 20 horas en domingo. Esto es claro y su espíritu vengativo se creen que son los dueños del balón, de la cancha, de los jugadores y del rating de todo lo relacionado con la política, el deporte y el espectáculo.  Soberbios los dueños de la televisión menosprecian la reacción en redes sociales y confían en que van a humillar a los consejeros del IFE. Lo más sorprendente es el silencio cómplice de los candidatos presidenciales del PAN y del PRI. Si aceptan este desafío de las televisoras, lo único que queda claro es que ellos también forman parte del espectáculo.

Periodismo ausente

El candidato del PRI ha hecho de la eficacia su bandera. Prometió y cumplió. Eso nos dice constantemente: es un tipo confiable y tiene el testimonio de los notarios para convencer a los escépticos. En campaña enlistó sus promesas y hoy presume que las cumplió puntualmente como gobernador. Los panistas lo llaman mentiroso. Han tomado precisamente la lista de los orgullos como prueba de un engaño. Los compromisos de los que hacen alarde los priistas son, en realidad, un catálogo de falsedades. Hace unos días los adversarios se enfrascaron en un debate sobre los compromisos de Peña Nieto. En un absurdo duelo al que bautizaron como “la mesa de la verdad” se enfrentaron sin aportar prueba alguna a su alegato. Ratificación de subjetividades en donde el periodismo actuó como el morboso testigo de un ridículo. Fulano dijo, mengano contestó.
El episodio es un enfrentamiento natural: un partido presume éxitos, el otro los llama fracasos. Lo notable en la polémica es el sitio donde se instala el periodismo. Los reporteros acuden puntualmente a la cita del duelo y registran con detalle los dichos y las réplicas. Los noticieros de radio y televisión dan aviso del encuentro y reseñan el altercado. Los opinadores se entretienen con la exhibición. Cada cual encuentra motivo para ratificar sus prejuicios. Pero la pregunta capital sigue en el aire: ¿cumplió Peña Nieto con sus compromisos? ¿Es un político cumplidor o un mentiroso? Por supuesto, hay tantas razones para dudar de la propaganda de un lado como para dudar de la propaganda del otro. Unos presentan el compromiso con colores brillantes y tonadas de optimismo; los otros proyectan imágenes borrosas y música tétrica. La versión del PRI será tan parcial como la versión del PAN. Ambos tienen un interés en presentar la realidad de acuerdo a su conveniencia. Por eso sería indispensable contar con una verificación profesional de los dichos. No es una tarea descomunal. Sería un trabajo elemental, indispensable, obvio. Si el candidato puntero presume haber cumplido 608 compromisos, correspondería al periodismo verificar si, en efecto, los cumplió. No he leído ese reportaje, no lo he visto en ningún lado. ¿Sería muy difícil ubicar cada uno de los compromisos y registrar el estado en el que se encuentran?
Lo que veo todos los días son noticias sobre lo que los candidatos dicen: periodismo de declaraciones. En julio del 2000, el entonces corresponsal del Economist, Gideon Lichfield publicó en Letras libres un artículo donde sostenía que la profesión del periodismo en México consistía en la búsqueda de sinónimos de la palabra dijo. “Abundó. Aceptó. Aclaró. Acusó. Adujo. Advirtió. Afirmó. Agregó. Añadió. Anotó. Apuntó. Argumentó. Aseguró. Aseveró. Comentó. Concluyó. Consideró. Declaró. Destacó. Detalló. Enfatizó. Explicó. Expresó. Expuso. Externó. Informó. Indicó. Insistió. Lamentó. Manifestó. Mencionó. Observó. Planteó. Precisó. Profundizó. Pronosticó. Pronunció. Prosiguió. Puntualizó. Recalcó. Reconoció. Recordó. Redondeó. Reiteró. Señaló. Sostuvo. Subrayó.” El periodista proponía entonces una palabra para describir los vocablos que enmarcan el oficio periodístico en México: dijónimos.
El periodismo como dijonomía: registro de lo que los políticos dicen, olvido de lo que los políticos hacen. Cobertura de lo insustancial, periodismo de trivialidades dedicado a ignorar lo relevante. Hoy la prensa, por supuesto, suele condimentar la colección de declaraciones con la burla. Un largo discurso merecerá mención si el candidato confunde un nombre con otro, si pronuncia mal una palabra, si tropieza con las sílabas. Una entrevista alcanzará los titulares en el momento en que se deslice una agresión. Dijonomía del traspié.
La prensa mexicana habrá ganado espacios frente al poder en el ámbito nacional. Pero no ha podido asentarse como una referencia profesional y relativamente autónoma en el debate mexicano. En esta campaña hay un ausente: el periodismo. Por eso estamos condenados a votar a oscuras. Bombardeo de propaganda que no encuentra el piso de la (relativa) objetividad del periodismo profesional. A través de la prensa podemos enterarnos de lo que los candidatos declaran pero apenas podremos conocer lo qué han hecho. La calidad de la democracia no depende solamente de los políticos, de los partidos, de las instituciones. Depende también de la información y de la crítica del periodismo. Una democracia se alimenta, es cierto, del enfrentamiento de las parcialidades; se vacuna con el profesionalismo de una prensa crítica y curiosa que no se colma con palabras.

Entradas populares

 
Copyright 2009 Critica de un pais. Powered by Blogger
Blogger Templates created by Deluxe Templates
Wordpress by Wpthemesfree