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jueves, 15 de diciembre de 2011

Escenarios y actores en 2012

En 2011 todos los acontecimientos políticos importantes fueron vinculados con los posibles escenarios de la sucesión presidencial. En particular, las elecciones locales fueron vistas como laboratorios de lo que acontecería el próximo año.
La atmósfera política perfiló diferentes posibilidades, pues si bien el PRI se hizo de cuatro gubernaturas, el PRD se afianzó en Guerrero y el PAN ganó en Baja California Sur.
No obstante, el ambiente político está enrarecido por la presencia del crimen organizado en los comicios. Cada vez es más claro que es un actor a tomar en cuenta, al menos en los contextos locales. El problema es que llegue a contaminar una elección nacional, con lo que se estaría ante una situación muy peligrosa y descontrolada, que pondría en jaque a todas las instituciones políticas del país.
Por lo pronto, los partidos políticos adelantaron su proceso interno y hoy, antes de que inicien los tiempos formales de las precampañas, tanto la izquierda como el PRI han definido a quién será su candidato. Ante la decisión de que Andrés Manuel López Obrador fuese el candidato de la izquierda, el PRI también hizo lo propio al quedarse solo en la carrera Enrique Peña Nieto. En cuanto al PAN, aunque las cosas no están definidas del todo, los tres aspirantes se encuentran dedicados a promoverse como si ya estuviesen en el proceso de selección del candidato.
Por ahora es difícil hacer un pronóstico, pero hacia el próximo año ya es posible prefigurar al menos tres escenarios en torno a la elección presidencial. Desde luego, en este momento no sería sino una mera especulación, pero que se sostiene a partir de los resultados electorales de 2011, de las encuestas (muchas de ellas a petición de parte) y de las expectativas que se vienen generando con los que serán los candidatos.
El primer escenario es que se repita lo sucedido en el Estado de México, en donde el candidato del PRI superó con una gran diferencia a los otros dos aspirantes. Si en julio del próximo año se sigue manteniendo la ventaja que lleva Peña Nieto en las encuestas, este contexto será altamente factible y tanto las izquierda como el PAN se quedarían peleando un lejano segundo lugar. Como las posibilidades de que hubiese una alianza entre el PAN y el PRD quedaron enterradas, que esta situación se pudiese presentar no es del todo descartable.
Sin embargo, el proceso en el estado del ahora abanderado del PRI no tiene por qué repetirse ni sostenerse en otras entidades. Si bien es un candidato conocido, tendrá todavía que hacer una campaña para difundir sus propuestas, pues los electores no se van a conformar solamente con su campaña mediática y la promoción de su imagen. Por lo pronto, habrá que ver qué tanto sostiene su ventaja en las encuestas, al menos hasta que inicien formalmente las campañas.
Un segundo escenario es que uno de los candidatos opositores a Peña Nieto rebase con mucho al otro y que la elección se polarice entre dos fuerzas políticas. Esta posibilidad dependerá de que López Obrador se recupere y deje atrás su imagen negativa o de que el candidato panista remonte la mala imagen que han dejado las gestiones de los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón.
Un tercer y último escenario es que la contienda, como recientemente sucedió en Michoacán, se presente en tercios, en donde ninguno de ellos obtenga amplia mayoría y se termine con un final de fotografía. Esto implicaría que cada uno de los candidatos se fortaleciera en algunas regiones del país y tuviera por lo tanto capacidad competitiva. Si consideramos que las tres fuerzas políticas pueden construir diferentes bastiones en el país, la eventualidad de los tercios podría hacerse realidad.
Cualquiera de estas posibilidades tiene sustento en la realidad política, mucho de ello debido a la poca memoria política de los ciudadanos, los cuales se encuentran deseosos de cualquier expectativa que pueda remontar la negativa situación en la que se encuentra el país.
Empero, cualquiera de los escenarios que prevalezca va a propiciar una difícil situación para la gobernabilidad del país. Por las experiencias recientes, las elecciones no parece que puedan resultar del todo pulcras y el manejo de recursos públicos para la compra del voto todavía es una práctica difícil de retraer y disminuir. Parece que cualquiera que sea el candidato triunfador, tendrá que remar contra la corriente de la falta de legitimidad. Es una situación indeseable pero muy próxima a presentarse nuevamente.

viernes, 11 de noviembre de 2011

¿Quién le teme a la reelección legislativa?

La propuesta de activar en nuestro sistema político la reelección consecutiva de legisladores y alcaldes es apenas una pieza del rompecabezas de un cambio necesario y urgente en el circuito de acceso y lucha por el poder. Pero esa pieza, que debe engarzarse a otras (revocación de mandato, gobiernos de coalición, segunda vuelta electoral) parece que ha provocado el temor o el terror en una parte de la clase política, liderada por un sector de combativos priistas asociados a los intereses del mexiquense Enrique Peña Nieto.
¿Por qué le temen a la reelección consecutiva? Permítaseme plantear algunos considerandos previos para ensayar respuestas a la pregunta.
Actualmente existe la reelección de legisladores y alcaldes de manera no consecutiva. Este es un gran incentivo para el trapecismo electoral. Los alcaldes y diputados ya no trabajan en su tercer año de gestión sino que dirigen sus esfuerzos a buscar a dónde saltarán para no quedar fuera del presupuesto público, el más buscado en México por ser alto en comparación con lo que se requiere de trabajo para conseguirlo. En segundo lugar, la experiencia o cierto profesionalismo conseguido en un ayuntamiento o en algunas comisiones legislativas se tira a la basura cuando el político salta a otra posición, y ahí habrá que volver a empezar con la curva de aprendizaje.
Este ciclo vicioso sólo perjudica a los ciudadanos y la calidad de la vida pública. Los profesionales de la política están permanentemente en el juego del ensayo-error, los nuevos presidentes municipales o los nuevos legisladores cuando asumen sus nuevos cargos creen que habrá que inventarlo todo, hacerlo nuevo otra vez, y así el país se reinventa cada tres años con consecuencias nefastas para todos. Por eso la reelección no consecutiva de legisladores y alcaldes sólo puede provocar resultados característicos de una república bananera.
Como toda pieza en el sistema político, la reelección no consecutiva de legisladores y alcaldes tiene un principio político, heredado de la hegemonía priista de siete décadas: propiciar circulación de grupos y tribus con sus respectivas clientelas pero con la regla del juego de que en la pirámide debe permanecer el dominio, control y poder de los comités ejecutivos nacionales de los partidos, las oligarquías partidistas. En el fondo, lo que se está jugando es quién pierde poder y quién lo gana. Con la reelección no consecutiva de legisladores y alcaldes los que siguen teniendo el control político son los barones y en algunos casos las damas de hierro de las oligarquías partidistas en detrimento de los ciudadanos.
Los diputados en días recientes, como ya es su costumbre, han quedado muy abajo en su desempeño parlamentario practicando todo tipo de triquiñuelas para no darle cauce a la reelección consecutiva de alcaldes y legisladores. ¿A qué le temen? Se aprovechan de que la opinión pública todavía no descubre los beneficios que supondría esa pieza en nuestro sistema político, se aprovechan de que no es popular porque es una de esas jugadas técnicas que no necesariamente se tangibilizan en el día a día del ciudadano promedio. Pero esa clase política que se niega a dar el paso en una reforma política integral con reelección  consecutiva sí que sabe perfectamente lo que perdería.
Una cierta clase política hoy representada enla Cámara de Diputados, que lideran los priistas asociados a la candidatura de Peña Nieto y que lograron articular —habrá que indagar con qué incentivos— los votos de panistas y perredistas, sabe perfectamente que la reelección consecutiva de legisladores y alcaldes le da poder a los ciudadanos, un poder que hasta ahora no hemos tenido, que no lo sabemos, pero que los que sí están en la política alcanzan a vislumbrar en sus consecuencias.
Piensen, lectores, qué sucedería si hoy nuestro diputado local o nuestro diputado federal tuviera interés en reelegirse; ese sería su principal interés antes que buscar otra chamba. Piensen entonces qué harían con sus votos el próximo año, ¿serían otra vez para ese diputado? ¿No se preguntarían qué hizo estos dos años? ¿Qué votó? ¿Qué beneficios logró para sus representados? ¿No creen, estimados lectores, que si ese diputado tuviera como objetivo quedarse otros tres años en su curul o en el ayuntamiento no haría desde el primer año todo aquello que estuviera a su alcance para tener contentos a sus electores?
Los mexicanos estamos descubriendo que nuestro voto sirve para premiar o castigar a los políticos en las urnas. A eso le llamamos “voto retrospectivo” y casi no lo usamos porque no hay reelección consecutiva. Pero si esa pieza se inserta en el sistema político, los ciudadanos tendremos más poder a la hora de hacer cuentas en las elecciones. Dicen los tramposos en la clase política que esa jugada eternizaría a los políticos y a las mafias, como si eso no sucediera hoy, como si hoy no hubiera políticos que tienen 20 o 30 años viviendo del erario.

sábado, 22 de octubre de 2011

¿Votar por los malos o por los malditos?

Tú y yo vivimos rodeados por las personas de nuestra familia: a algunas las queremos mucho y con otras nos llevamos un poco peor. Si salimos de casa, están los vecinos: los hay muy simpáticos y otros que no saludan ni al entrar en el ascensor. Más allá está la gente de nuestra propia colonia: el quiosquero al que compras periódicos, la señora de la tienda de la esquina, los del valet parking que a diario te ganan el veintiúnico lugar que quedaba en la calle… y muchos más.

Añade a la lista tus compañeros de trabajo o escuela, la gente que viaja contigo en el metro y en el autobús, los compas con los que parrandeas a veces, las chicas buena onda que se encuentran ya por doquier, todos los rostros que aparecen en la televisión y en el cine… ¡yo qué sé! ¿Has intentado calcular alguna vez a cuánta gente conoces? ¿A cuántos seres humanos has visto en tu vida, aunque no sea más que unos pocos segundos? Di los que quieras: seguro que te equivocas y son más.

Y de todos ellos tenemos la costumbre de clasificar como buenos y malos, en este caso y específicamente me refiero a nuestros políticos o contendientes electorales por los cuales ayer votamos…a los que clasificaría como los “malos” y los “malditos”. Normalmente consideramos “malo” a quien tiene mala idea, mala intención. Es decir, el que hace daño a otro a propósito. Pero, ¿y los que fastidian al prójimo con la mejor intención del mundo, los que le hacen daño “por su bien”? Estos malos a fuerza de ser buenos pueden resultar en ocasiones los peores de todos…

Hay tipos convencidos de que saben lo que conviene a los otros mejor que ellos mismos. Como aquel boy-scout que dedicó enormes esfuerzos durante toda una mañana para ayudar a cruzar la calle a un ciego… que no quería cruzar. Tales protectores de gente nos dicen lo que tenemos que comer, lo que tenemos que beber, si debemos fumar o no, cómo debemos vestir y hasta lo que tenemos que pensar. Si se limitaran a informarnos de lo que según ellos es mejor para nosotros, hasta podríamos agradecérselo y todo. A fin de cuentas, un consejo dado con buena intención nunca hace daño… especialmente si uno no lo sigue. Pero lo malo es que están dispuestos a “obligarnos” a que les hagamos caso. Eso sí, siempre por nuestro bien.

Y ahora me viene a la mente los discursos paternalistas de nuestros políticos, las palmaditas de consuelo que nos suelen dar tras acontecimientos fatídicos y nada alentadores en nuestro país. Ayer publiqué en un tuit: “Los pueblos, al igual que los hombres, se contentan con palabras. Casi invariablemente les basta con las apariencias; no piden nada más”….

Vivo en el Estado de México, y unas cuantas veces fui funcionario de casilla. Con apenas cumplidos los 18 años, por aquellos tiempos recuerdo que mis elecciones estaban basadas en muy poco conocimiento político, nunca me cuestioné mi voto, pues para mí todo lo que me sonara a oposición era como una secta de Malditos Zombies que nos atacaría y dejarían en la miseria. “Si las historias para niños fueran de lectura obligatoria para los adultos, seríamos capaces de aprender lo que llevamos tanto tiempo enseñando”.

Nuestros políticos son unos de estos “malos” que mercadológicamente están llenos de buena intención, pero solo en apariencia.  Ellos se consideran a sí mismos como los mejores amigos del pueblo, con discursos en donde hablan de sus fantasías heroicas futuristas. Ilusoriamente nos prometen ir por el mundo ayudando a los débiles, arreglando injusticias y salvando a las princesas que han tenido la mala suerte de ser raptadas por algún malvado brujo (¡oh perdón! De pronto me ubique dentro de un cuento de hadas).

Claro que no toda la culpa se la llevan ellos, sino aquellos que votan creyendo en éstas ilusiones que nada tienen que ver con la realidad. Hoy en día y a través de las redes sociales, todo el mundo (¡ash! ya me he dicho 2,000 veces que debo dejar de ser exagerada) se ríe del aspecto chungo de los candidatos a gobernar nuestros estados. Ya no hay brujos, ni princesas, ni… bueno, injusticias todavía hay, eso no se puede negar, pero si no sabe arreglarlas la policía seguro que tampoco las enmienda ningún “Goberneitor”.

De modo que ahí tenemos a los ganadores. ¡Ay, madre mía!

No me toca más que chutarme las imágenes en la televisión de alguno de ésos vencedores, empuñando su lanza…(¡ups! bueno no)…haciendo uso del micrófono para promulgar su mensaje a todas las personas de buena voluntad, diciendo: “Que cada hombre debe luchar por lo que considera justo y ayudar a quienes ve en peligro aunque todo el mundo se ría de él y aunque se lleve una buena paliza de vez en cuando”. (si te suena este discurso, ¡!créeme!! es mera coincidencia).

Lo que necesitamos de verdad no son gobernadores que nos salven de nuestra mísera o maldita situación política-social, sino hombres de verdad honestos a quién podamos imitar. En cierto modo, somos imitadores de quien nos rige: hombres disfrazados cuyo propósito no es luchar contra magos y otros malandrines, sino obtener puestos desde los cuales satisfacer deseos propios.

Mantenernos en nuestra locura ilusoria en la cual y de la cual en algún momento estaremos despiertos, no sé cuando ni cómo. Hoy no, por supuesto. Pero quizá algún día.

Ya saben que de esos tiempos llamados prehistóricos no nos han quedado testimonios escritos: la historia comienza para nosotros cuando alguien “escribe” su historia. Así que la pregunta queda en el aire: ¿Cuándo México?, ¿Cuándo? ¿Cuándo cambiaremos nuestra historia?. Será cuando empecemos a dejar de votar…por los malos o por los malditos.


Hay noches que no hacen ruido

Hay  noches que no hacen ruido, pero cada vez son más raras. La ciudad de hoy es enemiga de ese silencio nocturno en donde sólo se escuchaba el monótono, pero arrullador, canto de las cigarras. Mañana no tendremos otro silencio que el de las tumbas, a condición de que no despierten los muertos, porque sus gemidos serán estruendosos cuando intenten probar la inocencia que hoy encubre sus delitos, dado que son almas piadosas: confiesan y comulgan sus pecados a estafadores con tiara y permiso para delinquir.
Hay noches que no hacen ruido, pero son cada vez más ajenas a nuestro tiempo. La ciudad moderna ignora el silencio nocturno que permitía escuchar el sonido del mar, o el mugido del viento, tan sonoro y firme como el de las vacas que asustaban a mi hija, aun cuando no le quitaban el sueño.
Hay noches que no hacen ruido, pero ya no se oyen debido a la algarabía que las vapulea.
Hay noches que no hacen ruido...
Julián Meza, Sicilia. La piedra negra.
Alcalá, Grupo Editorial, 2008 (con nota previa de Álvaro Mutis)

jueves, 13 de octubre de 2011

Ayer o antier

Desde hace un par de meses circula en librerías un libro importante. Es un intento de descifrar el “misterio” de los mexicanos. Ése es precisamente el subtítulo del nuevo libro de Jorge G. Castañeda: Mañana o pasado (Editorial Aguilar). Castañeda no intenta examinar tal o cual parcela de la vida mexicana, sino descubrir qué tipo de bicho es ese sujeto: “el mexicano.” Supone, pues, que existe tal personaje y que su naturaleza puede ser descubierta. El asunto no es trivial: todo cuelga de nuestra identidad. Nuestro problema es quienes somos, eso que llamamos el “carácter de nuestra cultura.” El autor advierte que el trabajo está pensado originalmente para un público norteamericano. Fue escrito originalmente en inglés para mostrarle a los estadounidenses quién es su vecino. Lo notable para un lector de Castañeda es la resurrección que ha hecho de la vieja, empolvada, mohosa literatura de lo mexicano que hace décadas capturó nuestra imaginación. El laberinto de la soledad, la pieza de Octavio Paz que peor ha envejecido, es el núcleo de sus apuntes sobre el México contemporáneo. También se asoman Jorge Portilla y su ensayo sobre el relajo; Samuel Ramos y su desafortunado psicoanálisis. La literatura de lo mexicano es un capítulo rico en la historia de nuestras ideas. Un capítulo con algunos hallazgos estéticos y disparates descomunales. Supongo que aquella búsqueda era una estación ineludible de nuestra cultura tras la conmoción revolucionaria, pero no alcanzo a entender su aporte a la sociología contemporánea. Como explicación ofrece poco, como guía para la acción política, nada. El argumento de los identitarios, con el que tropieza Castañeda, es que nuestra identidad, eso que él llama “carácter nacional”, es el factor que produce todas nuestras miserias. Nuestros desórdenes urbanos, nuestra política disfuncional, los monopolios, la corrupción se explican por lo que los mexicano somos. La historia o, más bien, sus mitos nos poseen. Si las leyes consagran el desbarajuste es porque ellas reflejan lo que somos. Si el PRI regresa es porque el PRI es México.
Castañeda - Mañana o pasado , el libro de Castañeda, es un ensayo de ayer o de antier. Recupera un enfoque del que afortunadamente nos habíamos desprendido: la idea de que nuestra alma irrepetible explica nuestras desventuras. Los identitarios del orgullo piden abandonar esas instituciones ajenas que habíamos copiado. Castañeda, por su parte, aconseja: “desmexicanícense.” Si México quiere ser moderno debe ser un poco menos mexicano, sería la cápsula de su mensaje. El argumento de Castañeda no es solamente conservador—una especie de espejo de aquel ensayo de Huntington sobre el peligro de esos mexicanos culturalmente incompatibles con Estados Unidos. Se trata también de un argumento inconsistente porque el propio Castañeda advierte de la transformación de las prácticas de los mexicanos que viven bajo otras reglas, con un horizonte de castigos y premios diferente. ¿Se transforma súbitamente el carácter nacional al cruzar la frontera? Si una línea provoca que los mexicanos se comporten distinto será que el “carácter nacional” explica poco. Estoy de acuerdo con lo que decía Tony Judt: “identidad” es una palabra peligrosa que no tiene uso respetable en nuestro tiempo. Sociológicamente, es un discurso banal. Somos quienes somos, tenemos lo que tenemos porque somos quienes somos; hacemos lo que hacemos porque somos quienes somos; vivimos como vivimos porque somos quienes somos. La sociología de la identidad no ofrece más que un circuito de confirmaciones, una repetición de lugares comunes, una trama de prejuicios. Puede encontrar ahí felicidad literaria o eficacia política pero, como explicación, ha sido y sigue siendo un fracaso.
Me temo que el discurso de la identidad es también incongruente con otros trabajos de Jorge Castañeda. Me refiero a textos más que meritorios como los que ha firmado con Héctor Aguilar Camín (Un futuro para Mérxico) o Manuel Rodríguez Woog (¿Y México por qué no?) en donde analiza los grandes nudos del desarrollo económico y político de México. Atendiendo su diagnóstico y su propuesta podrá verse que el lente de la identidad nada esclarece. Lo que importa es la red de premios y castigos; lo que cuenta es quién gana y quién pierde. Que no nos digan que el monopolio de Telmex refleja el alma mexicana. En el fondo, los argumentos de identidad, aunque se vistan de críticos, terminan siendo himnos: justificaciones, coartadas. Si padecemos los monopolios no es porque, desde de la colonia seamos enemigos de la competencia: existen los monopolios porque hay una red de beneficiarios de esa estructura, porque hay ganadores y esos ganadores tienen y controlan el poder. Que esos intereses se vistan con la fábula de nuestra identidad es parte de su éxito. Desprendernos de esas justificaciones es el primer paso para salir de ahí.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Democracias en crisis

Encerrado en una cárcel, Antonio Gramsci escribió uno de los textos políticos más fascinantes del siglo XX. Se vio forzado a escribir en código para que los carceleros no destruyeran sus libretas. Sustituyó las palabras peligrosas por vocablos inofensivos y envolvió el nombre de los malditos en estuches aceptables para sus captores. En las notas de sus cuadernos buscaba el camino para el socialismo pero veía en Maquiavelo, más que en Marx, la clave de la acción política. Si la igualdad era el propósito, El capital no ayudaba mucho a caminar hacia allá. En el florentino encontraba el aire para escapar del economicismo, esa simplificación de los malos lectores que reducían la historia al juego de las fuerzas económicas. Gramsci supo que, para cambiar la sociedad, era indispensable comprender los hilos que unen poder, cultura y economía.
Pienso en Gramsci ahora porque en sus reflexiones estratégicas y en sus divagaciones teóricas dio forma a un concepto que puede ayudarnos a entender la dimensión de nuestra crisis, un concepto que precisamente describe ese nudo crucial de las democracias contemporáneas: el lazo que conecta mando, ideas e intereses. El fundador del Partido Comunista Italiano habló muchas veces de la ‘hegemonía’ para describir un modo de dominación política que no se funda exclusivamente en la violencia. Si los leninistas pensaban que el Estado era simplemente un instrumento de la represión, una organización de la violencia para cuidar el imperio de los intereses económicos, Gramsci sabía que las cosas eran mucho más complicadas. Sí, el Estado estaba en el ejército, en los policías, en el Código Penal y en las cárceles. Pero detrás de ese núcleo compacto de fuerza había una compleja estructura de legitimación. Profesores, periódicos, novelas, canciones. El Estado era violencia—pero también cultura; era castigo—pero también consenso. Hegemonía era el nombre de esa amalgama. Las leyes se acreditaban con cuentos; los maestros alababan las conquistas, los mitos prestaban autoridad al poder.
Pero la hegemonía de la que hablaba Gramsci no eran campanitas en la cárcel, adornos en el hacha del verdugo. Si una política podía perdurar no era por el peso de la fantasía sino por la eficacia del mecanismo de repartición.
Para la constitución de la hegemonía era indispensable un dispositivo económico que distribuyera, de algún modo, los beneficios colectivos. La política sirve como articulación, una zona donde se enlazan piezas que se mueven con cierta independencia: decisiones, intereses, creaciones. La democracia liberal ha funcionado como ese codo: un centro de acción política revestido de prestigio que puede distribuir con cierta eficiencia cargas y beneficios. ¿No está en crisis esa bisagra en el mundo?
Gramsci no era un liberal, no defendía en sus notas al régimen pluralista. Tampoco era un reformista. Quería la revolución y escribía para prepararla. Pero entendía mejor que muchos las complejas ligazones del régimen democrático. La ficción representativa necesitaba puentes de realidad: lazos para conectar de algún modo aspiraciones sociales y decisiones políticas. La economía no podía ser una fábrica de exclusión. Las diferencias de clase encontraban tregua en el sueño de un nosotros, en la vivencia de comunidad. Gramsci, entendió el puente entre el poder, la imaginación y la necesidad.
Lo que vemos en todas las esquinas del mundo democrático parece mucho más profundo que la crisis coincidente de un grupo de gobiernos con problemas económicos. Dificultades que la siguiente elección resolverá felizmente. Siempre se ha hablado de la democracia como un régimen en crisis. La democracia, en efecto, va de crisis en crisis pero hoy parece que enfrenta desafíos más graves, más enredados. Echemos un vistazo al periódico de estos días. Veamos los tapones de Washington, las movilizaciones de Madrid, los escándalos en Roma, las torpezas de Bruselas. ¿Será que el puente de las mediaciones se ha resquebrajado como nunca? El aparato de decisión se ha atrancado. La representación política aparece como un edificio amurallado. La clase política es vista como una corporación tan distante como impotente. Los partidos se conducen con la insensibilidad de toda burocracia. El radicalismo no convence, pero logra imponerse. Política cansada, ineficaz, dependiente. Mientras la economía dice: aquí no cabes, la política agrega: aquí no te oímos. La democracia liberal tiene el inmenso reto de retornar a lo básico: recobrar el prestigio de su representatividad; trazar, desde la diversidad, las rutas del interés común; constituir de nuevo el poder de lo público.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Supuesto twitterrorismo



En algunas ciudades, la gente suele ser testigo de balaceras, granadazos y otros hechos violentos, sin embargo cuando tratan de averiguar lo que pasó, en las noticias locales no encuentran información al respecto. Algunos periódicos han anunciado explícitamente una política de autocensura a las notas relacionadas con la narco guerra.
El resultado de esto es que para muchos mexicanos los medios de comunicación locales ya no son una fuente confiable de información.

Los “hashtags” salvan vidas
Saber cuándo y dónde están sucediendo las balaceras y granadazos en una ciudad afectada por la narcoguerra no sólo satisface la necesidad de los ciudadanos por saber qué sucede en su localidad, sino que también les permite mantenerse fuera de esas “situaciones de riesgo”, como son eufemísticamente llamadas. Muchos de esos sucesos violentos llegan a durar varios minutos o incluso horas, por lo que tener conocimiento detallado de ellos puede ayudar a salvar vidas.
Debido a que los medios de comunicación masiva ya no cumplen con su función de informar, ya sea por negligencia o por amenazas, los ciudadanos los han reemplazado poco a poco por las redes sociales. Twitter en particular se ha convertido en una de las principales fuentes de información ciudadana gracias a su modelo unidireccional de seguidores -conocidos  como “followers”, y sus etiquetas de temáticas, llamados “hashtags”.
En resumen, los hashtags se han convertido en verdaderos recursos comunitarios de información, mantenidos gracias a la participación ciudadana completamente descentralizada y que demuestra cierto grado de altruismo y prosocialidad.
Gracias a que los medios se ven sobre pasados en distintas coberturas de la nacion las personas han recurrido a documentarse en rumores y realidades de la cotidianidad de los cuales como el caso de Veracruz se ve un ejemplo de que tan creible es el gobierno ante estos ataques de temor e incertidumbre por la realidad.
Los twitterroristas

El pasado jueves a las 11:56, el tuitero @gilius_22 publicó un mensaje en el hashtag veracruzano #verfollow, confirmando que un grupo armado se había “llevado” o secuestrado cinco niños de una escuela:
El mensaje fue reenviado por doce personas, una de ellas fue @VerFollow, una cuenta con más de 5,000 seguidores creada principalmente para informar sobre la violencia en Veracruz. Inmediatamente después de estos tweets, el rumor comenzó a extenderse como pólvora. La gente esparció las noticias a través de Twitter, Facebook, correos electrónicos y mensajes de texto.
A las 12:00 pm, sólo cuatro minutos después, el gobernador del estado publicó un mensaje en Twitter negando los rumores. Sin embargo, para entonces o bien ya era demasiado tarde o la ciudadanía no consideró al gobernador una fuente información confiable (o probablemente una combinación de ambos). Muchos padres se apresuraron a recoger a sus hijos de la escuela, provocando tráfico, caos y pánico en la ciudad. Muchos padres no llevaron a sus hijos a la escuela al día siguiente y las empresas reportaron una pérdida de productividad del 70% debido al incidente.
A las 12:05 pm, el gobernador del estado manifestó su apoyo a la libertad de expresión, pero instó al público a asegurarse de la veracidad de la información antes de actuar. Tres horas más tarde, anunció que el gobierno perseguiría a quienes difundieron el rumor mencionando por primera vez los posibles cargos por “terrorismo”:
“Hemos identificado las fuentes de toda la desinformación de hoy, quiero informar q esto tendrá consecuencias legales Art. 311 (terrorismo)”

Los rumores de Veracruz sucedieron en un terreno fértil para la difusión de información errónea. Sin embargo, la persecución de los usuarios de Twitter plantea muchas preguntas. En efecto, independientemente de sus razones (que deben ser investigadas), sus acciones provocaron el pánico de la gente, ¿pero acaso es lo mismo que el terrorismo de los ataques del 11 de Septiembre en Nueva York o el incendio del Casino Royale?

viernes, 19 de agosto de 2011

México, un infierno para los migrantes

El México de los migrantes es, según testimonios dados a conocer hoy por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), un país donde madres, esposas, hermanos y hermanas viven un calvario al buscar durante meses e incluso años "a sus seres queridos"; un territorio donde ocurren violaciones sexuales individuales y masivas; donde se perpetran secuestros con fines de extorsión y otros para explotar sexualmente a la víctima, y donde no se denuncian los ilícitos por miedo a "sufrir represalias de parte de la delincuencia organizada o de agentes estatales".
Por ello, y preocupada por la "grave situación de seguridad que viven los migrantes, tanto extranjeros como mexicanos, en su tránsito por México", la CIDH ha presentado hoy al Estado mexicano un pliego de 13 recomendaciones preliminares para que se "garantice de manera inmediata la vida y la integridad personales de los migrantes mediante acciones concretas que faciliten el tránsito seguro de todos". Entre las sugerencias del máximo organismo vigilante de los derechos humanos de América destacan la propuesta de convertir en una excepción los casos de detención de los indocumentados, otorgar un visado de 180 días a los migrantes y abrir las estaciones migratorias del Gobierno a la supervisión de la sociedad civil.
Después de una visita de 10 días de una delegación integrada por cuatro personas -encabezada por el chileno Felipe González, relator de los trabajadores migratorios de la CIDH-, el organismo denunció que en México los sin papeles "son víctimas de asesinatos, desapariciones, secuestros y violaciones sexuales" y, en el caso de los extranjeros, también de discriminación.
La delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos visitó cuatro Estados de la llamada "ruta del migrante" (Oaxaca, Chiapas, Veracruz y Tamaulipas), territorio donde miles de indocumentados se juegan la vida cada año en su intento por llegar a Estados Unidos. Se calcula que unas 400.000 personas transitan por suelo mexicano anualmente. De ellos, según cálculos de diversos organismos, incluida la oficina del Ombudsman de México, hasta 20.000 personas al año serían víctimas de secuestro por bandas criminales, particularmente de Los Zetas.
Al presentar sus recomendaciones preliminares, el relator González apuntó que se van con un sentimiento mixto. Ponderó que las autoridades mexicanas les mostraron una serie de iniciativas que denotan avances, pero que la realidad que pudieron palpar es dramática.
"Hay una serie de avances cuya efectividad está por demostrarse", apuntó González a la prensa. "La Relatoría manifiesta su preocupación en cuanto a que la Ley de Migración no incorpora el principio de la excepcionalidad de la detención", asentaron en el documento. Por ello exigieron a los legisladores mexicanos que al establecer el reglamento de dicha ley se especifique esa política.
El relator señaló además que dotar de un permiso de entrada a México a los migrantes extranjeros ayudaría a "lograr que la integridad personal y el derecho a la vida se respeten. Se trataría de un permiso de 180 días de duración para que al menos en México estén en situación de seguridad".
Entre las recomendaciones, la CIDH pide establecer centros de atención a migrantes, facilitar medios de transporte seguros, garantizar la seguridad en todas las terminales de transporte y en los albergues (donde muchas veces ocurren los secuestros), que cualquier organismo civil acreditado pueda visitar las estaciones migratorias para verificar la integridad de los ahí retenidos, proteger a los defensores de los derechos humanos de los migrantes y la protección de las víctimas y los testigos de delitos contra migrantes.
Aunque trabajarán en la formulación final de las recomendaciones, González fue claro al sentenciar que "este es el momento para que se produzcan estos cambios".
Las recomendaciones de la CIDH surgieron después de recibir cientos de testimonios de migrantes secuestrados que lograron escapar de grupos donde había centenares como ellos, y de otros que atestiguaron "matanzas de decenas de personas durante su cautiverio [...] así como de personas, como los integrantes de la caravana de centroamericanos Paso a Paso hacia la Paz, que buscan a sus familiares que intentaron emigrar y de los cuales no tienen noticia desde hace meses e incluso años".

martes, 12 de julio de 2011

Pedirá EU datos de compradores de armas en frontera con México

Como parte de los esfuerzos para detener el flujo ilícito de armas hacia México, el Departamento de Justicia de Estados Unidos dijo el lunes que las armerías de cuatro estados del suroeste del país tendrán que avisar al gobierno federal cuando detecten compradores frecuentes de rifles de alto poder.

La nueva política se anuncia en momentos en que hay fuertes críticas a la fallida investigación federal denominada Operación Rápido y Furioso, cuyo fin era desmantelar redes de tráfico de armas a gran escala en la frontera de Arizona con México.

En esa investigación, varios agentes de la Oficina Federal de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego dijeron que sus superiores les ordenaron detener el seguimiento de algunos compradores de poca monta, quienes adquirieron un gran número de armas aparentemente destinadas a cárteles de narcotraficantes.

Veinte compradores de armas de bajo nivel han sido acusados en la operación. En diciembre, dos rifles de asalto, comprados en una tienda de armas en Glendale, Arizona, por uno de los ahora acusados compradores de poca monta, aparecieron en la escena de un tiroteo donde murió Brian Terry, un agente del Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.

En un reciente testimonio ante el Congreso, el agente de la Oficina Federal de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego John Dodson estimó que 1.800 armas de fuego de la operación Rápido y Furioso fueron dadas por desaparecidas, y que alrededor de dos terceras partes están probablemente en México.

Bajo la nueva norma, los vendedores de armas con licencia federal en Texas, California, Arizona y Nuevo México deben reportar compras de dos o más de ciertos tipos de rifles cuando las haga la misma persona dentro de un lapso de cinco días.

El requisito es aplicable a compras de rifles semiautomáticos que tengan cargadores desmontables y un calibre superior a .22.
La agencia involucrada estima que generará 18.000 reportes al año.

viernes, 24 de junio de 2011

Política de ocurrencia

Calderón - Michoacán
Ante la emergencia que vive Michoacán los dirigentes nacionales de los tres partidos relevantes han respondido con un consenso: pactar la ocurrencia. Que la ocurrencia sea la verdadera política de Estado. Podemos diferir en muchas cosas, nos dicen los señores Madero, Moreira y Zambrano. Preservamos nuestra identidad y seguimos defendiendo nuestras ideas: pero en defensa del interés nacional, estamos dispuestos a actuar unidos: la ocurrencia nos hermana. Así, las cabezas de los tres partidos dijeron hace unos días que estaban dispuestos a explorar una candidatura única al gobierno de Michoacán. ¿Un candidato respaldado por el PRI, por el PAN y por el PRD? Sí, parece que en eso pensaban los representantes de las tres fuerzas políticas cuando previeron “la posibilidad de una candidatura común de todos los partidos políticos.”
Desde luego, los dirigentes envolvieron de inmediato la coincidencia con todos los moños de su ambigüedad habitual pero creo que vale la pena detenerse en el punto que la prensa con buenas razones subrayó. Los dirigentes de las tres fuerzas políticas más importantes del país abrieron la puerta a la suspensión de la competencia democrática en el estado de Michoacán. Ese sería el significado de una candidatura única: un paréntesis a la democracia. Si traducimos su acuerdo, los partidos políticos le dijeron a la sociedad que están explorando suspender la democracia en Michoacán. No puedo imaginar una resolución política más seria que ésa. Cancelar la competencia electoral por un acuerdo entre partidos y empresarios. Tres partidos coincidiendo que la democracia es el lujo que un estado no puede permitirse en estos momentos.
No quisiera detenerme en la insensatez de la propuesta. Me interesa subrayar aquí el consenso de frivolidad con la que se encara.
Si no existen condiciones para que las campañas se desarrollen con un mínimo de garantías, si la densidad de la violencia impide la contienda, si se corre el peligro de legitimar con votos el imperio de los delincuentes habría que decirlo con toda seriedad y proceder a tomar las medidas necesarias. Puede entenderse que un grupo de empresarios crea en la conveniencia de suspender la elección. Pero es aberrante que los dirigentes nacionales de los principales partidos se traguen ese anzuelo, así sea en un papel. Es una aberración porque la tarea principal de los partidos es la de recrear la legitimidad de la política democrática a través de la competencia. Compitiendo, marcando la identidad de sus propuestas, confrontándose con otras opciones justifican el precario régimen del pluralismo. Cancelar la competencia es la abdicación de la misión de los partidos. No es reivindicación del interés público: es desprecio a la legitimidad democrática. La ocurrencia duró apenas unas horas. Desde el primer momento era claro que el acuerdo no tenía ningún valor. Los partidos competirán como es su deber. Como sea, la ocurrencia de los dirigentes pone de manifiesto su desorientación, la blandura de sus convicciones, su debilidad frente a los grupos de interés, la cortedad de su mirada. La confusión proviene a mi juicio de su incapacidad para ubicar con nitidez el espacio que le corresponde a las coincidencias de Estado. En Michoacán, como en el país entero, urge reconocer un sitio de acuerdos fundamentales que no esté sujeto a los pleitos de los partidos. Es cierto que se ha abusado mucho de la expresión “política de Estado”, pero, con todo, es una noción pertinente. Necesitamos un pavimento común. Cada partido verá el futuro desde su ventana. Pero todos compartimos el piso. La ocurrencia del candidato común nubla el aliento de un pacto necesario para el estado de Michoacán. Es encomiable que los partidos moderen su animosidad y se dispongan a concretar compromisos para el nuevo gobierno y que se preparen para cuidar una elección particularmente vulnerable. Es meritorio que organizaciones de la sociedad civil presionen para extraer de los contendientes un marco de coincidencias públicas para el estado. Ése es el sitio la unidad—no las candidaturas.
Michoacán se ha convertido en uno de los estados más golpeados por la criminalidad y el desencuentro de la clase política. Los michoacanos padecen una delincuencia demencial y la irresponsabilidad de dos gobiernos que no han podido encontrar la mínima coordinación. Se entiende que las organizaciones sociales de Michoacán busquen salidas imaginativas a su crisis y que los partidos se dispongan a pactar un marco de coincidencias mínimas. Pero hay que tener muy claro dónde hay que coincidir… y dónde no. Con la legitimidad que sólo puede dar la competencia, el futuro gobierno de Michoacán puede asumirse como una especie de interinato: un gobierno breve (por cambios en la legislación local durará un poco más de tres años y medio) que puede sentar el piso de una agenda común. Eso no sería una ocurrencia.

martes, 31 de mayo de 2011

Sedena omite informar número real de bajas en combate al narco

Entre julio del 2010 y enero del 2011, por ejemplo, el Ejército sólo ha aceptado la muerte de cinco soldados. Segun Infomex, revela que en ese mismo periodo han muerto 41 militares.

Contraste de cifras

Los comunicados de prensa, cabe aclarar, se han convertido en el único reporte oficial sobre enfrentamientos, particularmente en las zonas de difícil acceso, ya sea por su condición geográfica o por la propia inseguridad.
Otra alternativa para medir los resultados del Gobierno en el combate a la delincuencia organizada es mediante la Ley Federal de Transparencia.
De acuerdo a los comunicados, sólo cinco militares han muerto en esos siete meses. Según el reporte oficial desde el inicio del gobierno de Calderón hasta enero del 2010, en ese mismo periodo, en realidad han fallecido 41 militares.
Sólo en ese periodo, la Sedena habría omitido informar la muerte de 36 de sus efectivos.
Aun bajo el supuesto que hubieran muerto los 19 soldados que se reportan como heridos entre junio de 2010 y enero de 2011, la cifra de bajas sólo se elevaría a 24, es decir, 58% de las 41 muertes que la Sedena informa vía transparencia.
Si se consideran las bajas por accidentes que la Secretaría informa por boletines en el mismo periodo, la cifra sólo se elevaría a 27 bajas. Esto por la caída de un helicóptero en el estado de Jalisco, ocurrido el 7 de julio del año pasado. En el suceso murieron dos oficiales y un miembro de tropa.
Por una baja militar, hay 59 del narco
En esta investigación no sólo se encontró la disparidad entre las bajas militares reportadas y las que se pueden conocer mediante una solicitud de información. En los siete meses analizados, la diferencia entre muertos del Ejército y de presuntos criminales también es mayúscula. Mientras los soldados tienen cinco bajas, el crimen organizado tiene 295. Esto significa que por cada soldado caído en una agresión, mueren 59 vinculados al narcotráfico.
Un ejemplo de esto es el enfrentamiento ocurrido en una finca de Ciudad Mier, Tamaulipas, el 9 de septiembre del año pasado. El Ejército reportó 25 presuntos narcotraficantes muertos y en sus filas ni una muerte por contabilizar.
Si contrastar el número de bajas castrenses es posible gracias a la referencia del IFAI, someter a una comparación las bajas de los criminales es más complicado.
Cuando un ciudadano solicita a la Defensa una relación de las muertes de presuntos criminales, el órgano se limita a referir al solicitante a los boletines de prensa.
En una solicitud disponible en el sistema Infomex, distinta a la que informa de las bajas militares la Sedena explica al ciudadano que la obligación de informar sobre las muertes de criminales está cumplida, pues los comunicados se encuentran en internet. Sin embargo, entregó una lista con los comunicados que aparentemente informan de todas las muertes de narcotraficantes.

¿Dónde están los muertos? 

El reporte entregado mediante la Ley de Transparencia da cuenta de nueve militares muertos, mientras que en los boletines, no hay uno solo en todo el mes.
Las únicas incidencias en agosto contra el personal militar fueron las heridas infligidas a tres soldados en un enfrentamiento que dejó 12 delincuentes muertos en Santiago Papasquiaro, Durango. En las demás refriegas (cinco en total) se reportan cero muertes, al menos, en boletines.
Los comunicados de prensa emitidos en esos 30 días sólo informan de una baja militar. En contraste, la solicitud de transparencia reporta 11.
Esta diferencia indica que en noviembre del año pasado, nueve de cada 10 muertes contabilizadas al interior de la Sedena no fueron hechas públicas en comunicados de prensa.
La única muerte reconocida en noviembre ante los medios ocurrió el día 5. En plena zona urbana de Matamoros, Tamaulipas, un soldado de la octava zona militar fue abatido en los enfrentamientos previos a la muerte del capo del Cártel del Golfo, Ezequiel Cárdenas Guillen.
“Tony Tormenta”, alias de ese jefe de la droga, cayó abatido por la Secretaría de Marina, sin embargo, en las balaceras previas a su muerte participó el Ejército.

sábado, 14 de mayo de 2011

¿El próximo presidente de México? Peña Nieto, dice un demócrata en EU

Para el congresista demócrata Henry Cuéllar, el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, será el próximo presidente de México, así lo expresó en una reunión que sostuvieron legisladores demócratas y republicanos con el mandatario mexiquense en Estados Unidos.
En dicha reunión, el congresista Henry Cuéllar –el demócrata de más alto rango en el comité de seguridad interna-, presentó a Peña Nieto como la persona con la que el poder legislativo podría debatir el futuro de esquemas de cooperación, como la Iniciativa Mérida: “Yo no me meto en la política de México. Pero en mi opinión, y yo soy bueno en los pronósticos, el próximo presidente va a ser (Enrique Peña Nieto)”.
El gobernador mexiquense denunció ante los congresistas que se lanzó una “campaña negra” contra el PRI en la Unión Americana y el extranjero, con el objetivo de desvirtuar la posición del tricolor en la lucha contra el narcotráfico.
El PRI “hemos reiterado que es insostenible que cualquier partido, no sólo el nuestro, pudiera tener como propuesta llegar a acuerdos con el crimen organizado”, dijo Peña Nieto, quien aseguró que no puede señalar al responsable de esta campaña “negra”.
Además, negó rotundamente que el PRI haya ofertado “como medida de solución, un acuerdo con el crimen organizado”.
Sobre este tema, el congresista Henry Cuéllar reconoció que sí ha escuchado estas versiones. Sin embargo, aclaró que “yo tengo fe en la palabra del gobernador, y esperamos trabajar con él en el futuro, en su posición nueva”.
El miércoles pasado, Henry Cuéllar se reunió con el presidente Felipe Calderón para discutir la necesidad de elevar la cooperación entre ambos países para derrotar al crimen organizado.

miércoles, 27 de abril de 2011

El geriátrico habla de reformas

Los tiranos están dispuestos al sacrificio tenaz. Ejercen el poder porque no hay opción, porque la patria implora su mando. Satisfacer su interés personal sería un egoísmo imperdonable. Por eso se niegan a sí mismos para mandar y están dispuestos a perseverar en su abnegación. En su colaboración más reciente en el periódico Granma que en México publica regularmente La jornada, Fidel Castro recuerda que nunca fue un ambicioso ordinario. No quería el poder, pero tenía la obligación moral de ejercerlo. Otros le exigieron cumplir con su misión histórica. “Fui casi obligado a ocupar el cargo de Primer Ministro en los meses iniciales de 1959.” Prácticamente medio siglo duró su sacrificio. Hoy no ocupa ya ningún cargo formal pero sigue siendo la bóveda que legitima la dictadura. Por ello tuvo a bien dar la bendición pública a las reformas emprendidas por su hermano y aparecerse en pants en la clausura del Congreso del Partido Comunista.
Tal parece que al órgano máximo del partido único en Cuba es una criatura que pasa largos periodos en hibernación. Duerme durante años para despertar de pronto unos días, deseosa de escuchar y aplaudir al guía de la revolución. Entre el V y el VI congreso pasaron nada más catorce años. El poder pasó de un hermano a otro sin que mediara intervención del partido “martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana que es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista.” El Congreso tuvo el prólogo debido: un desfile militar. Yoani Sánchez describía el lucimiento bélico en estos términos: “Me subo a la azotea para ver la coreografía de la guerra en toda su extensión. Mal van las cosas si el congreso del PCC comienza con esta procesión de bayonetas. Si realmente se quisiera dar una imagen de reformas, no serían estos uniformes de verde olivo los que se exhibirían en la jornada del sábado 16 de abril. ¡Cuánto desearíamos que ocurriera ese día una peregrinación de resultados, no de miedos!” Pero las dictaduras no pueden prescindir del mito de la guerra: su cohesión exige unidad frente a la amenaza de fuera. La única ciudadanía que tolera es la del miliciano; la lealtad cívica es disciplina.
La dictadura cubana retoma un sonsonete conocido: la simulación de la autocrítica.
Los Castro siguen pretendiendo encarnar la revolución y su única crítica legítima. En efecto, la retórica de la autocorrección nunca estuvo ausente en el discurso de Fidel Castro. Una y otra vez dijo defender al régimen corrigiendo constantemente el rumbo, modificando tal o cual decisión, experimentando incesantemente, enmendando sin soltar jamás el control de la enmienda y su crítica. Ser, simultáneamente, vanguardia y su cuestionamiento históricamente validado. “Cambiar todo lo que debe ser cambiado” es la fórmula del hermano mayor. Lo que ahora se anuncia se ha intentado antes: ensayar dispositivos de mercado en una economía centralmente planificada. Se podrán comprar cosas que antes estaban vedadas, habrá mayores extensiones de tierra que pueden darse en propiedad a los campesinos, habrá permisos adicionales a la actividad privada. Se intenta, nuevamente, insertar diminutas dosis de mercado en una economía burocrática. Otra vez se ofrece “actualizar el modelo socialista” que ha sido definido legalmente como irreversible. Vale recordar que la Constitución cubana proclama que el socialismo y el sistema político revolucionario son irrevocables. Lo más notable del VI Congreso del PCC fue, sin duda, su llamado al rejuvenecimiento. El geriátrico advirtiendo que los años cobran factura. Debemos empezar un proceso gradual de rejuvenecimiento de nuestros liderazgos, dijo Raúl Castro, quien fue confirmado en ese mismo acto como Primer Secretario del Buró Político del Partido. El hermano menor tiene apenas 79 años. Lo acompañan en ese órgano José Ramón Machado Ventura quien ya cumplió 80; Ramiro Valdés, 79, Julio Casas Regueiro, 75, Ricardo Alarcón, 74, Ramón Espinosa Martín 72, Abelardo Colomé Ibarra, 72, Leopoldo Cintra Frías, 70, Esteban Lazo Hernández, 67, Álvaro López Miera, 67 y los jovenazos Salvador Valdés Mesa con apenas 61 años y Miguel Díaz Canel, de 51. Nadie podrá decir que los rejuvenecedores son unos inexpertos. Tras más de medio siglo en el poder, la fraterna dictadura cubana ha descubierto que la eternización en los cargos públicos tiene algunas consecuencias negativas. Para evitarlas, Raúl Castro propone relevos forzosos: no más de dos periodos de cinco años en los cargos fundamentales del partido. La medida, sin embargo, no significa que al hemano menor le apure retirarse. Las reglas le permitirían soplar noventa velitas en su cargo. El sacrificio de los hermanos no ha terminado.

lunes, 11 de abril de 2011

La tentación de claudicar

Es imposible permanecer imperturbable frente a lo que ha dicho Javier Sicilia tras haber sufrido el dolor inimaginable. El escritor le da palabra al sufrimiento de miles en México que han llorado la muerte sin que nadie lo registre. Retratamos la muerte pero no el duelo. Fotografiamos la sangre del muerto pero no la lágrima del sobreviviente que sufre sabiendo que jamás encontrará alivio. La herida de hoy marcará a México durante décadas. Si México sobrevive, lo hará con un hueco enorme en el cuerpo. Si mañana dejara de fluir la sangre por nuestras calles, el país seguiría padeciendo los efectos de este lustro siniestro. Miles y miles de familias rotas, miles de viudas, miles de huérfanos. Miles de padres sin hijos. Desde el poder público se nos llama a una contemplación inhumana de la muerte: los cuerpos como trofeos de la política. Los católicos que nos gobiernan se promueven mostrando la muerte de los malos como testimonio de éxito. Mueren, luego avanzamos, nos dicen. El mismo presidente de la república ha festejado la defunción de seres humanos y no ha tardado un segundo para condenar fulminantemente a quienes han perdido la vida: pandilleros que encontraron en la muerte lo que se empeñaron en buscar.
Javier Sicilia nos llama a callar por un segundo y pensar en las vidas truncadas y en el país enfermo que habitamos. La muerte de un ser humano no puede ser nunca un trofeo para exhibición en el palacio de gobierno. Sicilia nos llama también a pensar el sentido de la política que será siempre, antes que una aplicación del poder, una forma de convivencia. Tal vez el Estado existe para transformar el dolor de las víctimas en justicia. Tal vez existe el Estado para escapar de la venganza—pero también del perdón. No concedemos permiso a la víctima para castigar a quien la ha lastimado porque sabemos que sería incapaz de encontrar la medida de la sanción. Unos multiplicarían el dolor recibido: mano por dedo, brazo por mano, cabeza por ojo. Otros absolverían benévolamente al infractor. Ambas respuestas prolongarían la violencia. Por eso el Estado ha de ser mesurado—pero implacable. Debe encontrar la justa medida, pero estar libre del soborno y la intimidación. La venganza impera en la selva; el perdón existirá en las alturas del cielo o en algún músculo del pecho. En la tierra podemos aspirar a la convivencia bajo la ley: advertencias claras y castigos firmes. Ni bestias ni beatos: ciudadanos.
Por ello no podemos aceptar la guerra, ni siquiera como metáfora.
Si nos tragamos esa píldora estamos perdidos. Estaríamos imaginando combates, rendiciones, armisticios. Estaríamos esperando la llegada de un comandante salvador que no pierde el tiempo con pudores legales. El gobierno, en su afán épico, ha recurrido a ese vocabulario, a esa gramática, a esa historia—incluso a esa vestimenta. Los medios replican el himno de la guerra porque simplifica el mundo, porque es un atajo para la comprensión, porque nos instala en el dramatismo del cine. Ése es el universo del que tenemos que escapar. Ese es el lenguaje que debemos romper para llamar, simplemente, a la ley. Diré lo obvio: con tribunales, con parques, con escuelas, con guarderías, con trabajo—no con soldados se ganará la paz en México. Desde luego, el poder público tendrá que enfrentar con los instrumentos de la coacción a quienes delinquen. Pero sólo se asienta el poder del Estado cuando su actuación es ejemplar, cuando la ley se aplica, cuando el crimen encuentra castigo indefectiblemente. Cuando las sociedades son espacios de convivencia y futuro el delito se arrincona. La misión del Estado mexicano en ese sentido es, antes que cualquier cosa, recuperarse. Más que recobrar territorios, el Estado debe fundar su eficacia. Sólo será un agente de la paz si logra mitigar la violencia; será cómplice de los violentos si (aun involuntariamente) la multiplica. Renunciar a ley para ganar la paz es la tentación en la que no podemos caer. No creo en llamados al honor de los criminales. ¿Podemos esperar que delincan decentemente? Mucho menos creo en pactos con las mafias. La desesperación y el cinismo lo sugieren: pactemos con los criminales. A medida que la violencia se propaga, la propuesta gana simpatía. Pero, ¿quién sería el embajador plenipotenciario con el que se firmaría “la paz”? ¿Alguien podría creer en la palabra de los firmantes? Contratar con asesinos es pedir una soga tersa sobre nuestro cuello. Debemos exigir un cambio de estrategia gubernamental, un cambio de foco, mayor compromiso a los gobiernos locales; debemos reclamar resultados, exigir que se respeten los derechos humanos, pero no podemos ceder a la tentación de claudicar frente a los violentos.

miércoles, 6 de abril de 2011

Legalidad sin teología




tablas Todas las elucubraciones que buscan saciar nuestra hambre de inmortalidad son pura abogacía, decía Miguel de Unamuno en su ensayo más famoso. Bordaba con ello el cercano parentesco entre el derecho y la teología. Lógicas ancladas en lo irrefutable y al servicio de una tesis. Argumentos atados a un texto. “Para el teólogo, como para el abogado, el dogma, la ley es algo dado, un punto de partida que no se discute sino en cuanto a su aplicación y a su más recto sentido. Y de aquí que el espíritu teológico o abogadesco sea en su principio dogmático, mientras el espíritu estrictamente científico, puramente racional, es escéptico”. El científico duda; los abogados y los curas creen. Por eso para Unamuno La Summa Theologica de Santo Tomás era, al mismo tiempo, un monumento de la teología y de la abogacía. Los profesionales de la ley aprenden pronto a dejar de preguntar: “La verdadera ciencia enseña, ante todo, a dudar y a ignorar; la abogacía ni duda ni cree que ignora. Necesita de una solución”.1

El jurista italiano Gustavo Zagrebelsky se ha atrevido a cuestionar esa tradición: remar en contra de la lectura teológica de la ley. El derecho no está escrito en piedra: es materia blanda, flexible: dúctil. Antes que examinar su contenido, es necesario palpar la norma, pulsar su textura para percatarse que no es un riel de acero. Tal vez la ley es líquida y debe entenderse como un afluente de posibilidades. La ley, en particular la ley fundamental, no es un imperativo de uniformidad sino el permiso para la cohabitación de lo diverso. El título de su libro más conocido tiene una elocuencia visual: El derecho dúctil se llama. El adjetivo es una interpretación acertada de la traductora Marina Gascón. El título en italiano es Dirito Mite, término que evoca lo manso, lo dócil. La traductora optó por la propiedad química de la ductilidad (esa facilidad de ciertos materiales para extenderse, adelgazarse hasta volverse hilo) para aludir a la capacidad del derecho para moldear y conciliar distintos valores.

Para escapar del código teológico es necesario romper, en primer término, con el mito del Creador. Dejar de pensar en el autor sabio y omnipotente que funda un orden legal hermético y acabado. Zagrebelsky se propuso romper esa liga y sepultar el mito del soberano en el que descansa el Estado moderno y el derecho constitucional.

La soberanía ha sido representada como una persona que habla y reina a través de reglas. Bodin pintaba la fuerza del monarca como un poder impermeable y omnipotente. Aquella rica ficción del soberano como sujeto abstracto ha dejado de esclarecer el significado del orden público. El poder irrestricto del soberano en Los seis libros de la república poco tiene que ver con la experiencia de nuestros días. El pluralismo pulveriza el viejo sueño de unidad, diversos centros de poder cuestionan el imperio absoluto del Estado, fuerzas supranacionales ejercen jurisdicción sobre los reinos de hoy. Así, la metáfora de la soberanía como el poder que es fuente de toda ley, pierde centralidad. La Constitución ya no puede ser concebida como el signo de la voluntad del soberano. En una sociedad pluralista la Constitución no sirve para definir el gran proyecto nacional. Es alojamiento, no rumbo. Entiéndase así la ley de la ley: como un “compromiso de posibilidades”.

La secularización auténtica de la ley supone la renuncia a cualquier pretensión absolutista. No solamente impugnar la omnipotencia de los monarcas o la arbitrariedad de las mayorías, sino también el absolutismo de los valores. A la ley corresponde integrar principios contrapuestos y conciliar aspiraciones en conflicto para escapar de una moralidad catastrófica. Vista la ley de esta manera, su lectura es tanto o más relevante que su escritura: el juez, antes que el legislador, es el señor del derecho. Algo sabe de las tareas del juez este hombre que formó parte del Tribunal Constitucional italiano. Zagrebelsky llegó a presidir ese peculiar órgano judicial cuyas deliberaciones son secretas y el disenso no puede hacerse público. Zagrebelsky, estudiante y profesor de la Universidad de Turín, ha reflexionado sobre sus años como juez constitucional para resaltar la extraña posición de ese intérprete del pacto social: un defensor de la democracia que no deriva su legitimidad del proceso electoral y un actor crucial en el teatro de la política que se mantiene al margen de la batalla partidista.

La única manera en que el derecho puede servir al régimen democrático es colando la norma por el paño de la duda. Curiosamente, es de la Biblia de donde extrae la enseñanza fundamental sobre las exigencias de la democracia. El jurista no lee el texto como una inscripción sagrada sino como una pieza literaria que permite ejemplificar conflictos morales. El drama de la crucifixión de Cristo presenta una estampa riquísima donde se retratan distintas actitudes éticas y se iluminan dilemas políticos. La posición de Jesús es relevante porque su autoridad le impide defenderse. Su verdad es a tal punto incontrovertible que guarda silencio ante su juicio. No sostiene su defensa, no argumenta a su favor: calla. “Donde hay verdad —observa Zagrebelsky— sólo puede haber testimonio; y no hay sitio para opiniones y argucias, ni para una autodefensa basada en éstas. El que arde en la verdad puede más bien aceptar su inmolación, dando así la última prueba de fidelidad, antes que ser procesado, condenado e incluso absuelto”.2 Pilatos es el gran oportunista: no decide sino que deja a otros la decisión: se lava las manos. Es el político calculador para quien la justicia no es más que un escalón de sus ambiciones. Pilatos no es el demócrata que confía en la decisión del pueblo. Por el contrario, es el autócrata que usa al pueblo para fortalecer su posición. Ir tras la ovación popular no es conducta del demócrata. Una plaza repleta de gente vitoreando al Indispensable constituye la escenografía clásica del dictador.

Pero el pueblo que hace aparición en este drama no tiene casa para discutir, no aborda sus propios asuntos, no encuentra, en la deliberación, su propia voluntad. Es activado por otros para resolver asuntos de otros. “Si el pueblo capaz de actuar es el pueblo de la democracia y el que se somete es el pueblo de las autocracias, el que sólo está llamado a reaccionar… es el pueblo de la demagogia”. Quien decide la suerte de Cristo es la masa con todas sus notas despectivas: ignorante e impulsiva, inconsciente e irresponsable. La democracia del pueblo reactivo corresponde a la idea del poder como una fuerza imparable. Quienes más ensalzan al pueblo, dice Zagrebelsky, suelen ser quienes se empeñan en utilizarlo. Cuando un político dice que el pueblo ha hablado, pretende cerrar para siempre la discusión. Nada en contra de la revelación popular. Quien así piensa, considera el disenso como herejía. Y concluye el italiano: “¡Abajo las instituciones, viva el pueblo! Éste podría ser el lema de los demagogos de nuestro tiempo: un lema que es un arma poderosa porque asume el lenguaje de la democracia radical y se dirige, para arrollarlo, contra todo aquello —Parlamento, instancias y procedimientos de debate, control y garantía— que hace perder tiempo, y parece dispersar y volver vana la fuerza pura que proviene del pueblo. Cuando el pueblo se ha expresado —se dice—, ningún estorbo es lícito”.3

En su libro más reciente traducido al español, Gustavo Zagrebelsky insiste en la necesidad de separarse de las leyes de piedra y de rechazar la pretensión de Verdad.4 Se ha dicho que la única verdad en política es la diversidad de verdades políticas. Ni dentro del sujeto existe la verdad redonda y hermética. Soy mi mayoría, decía Unamuno, y no siempre tomo decisiones por unanimidad. El régimen de la pluralidad es un procedimiento, un método que no puede soldarse a contenidos concretos.
La frágil democracia no sobreviviría al dictado de un grupo que se considera depositario de la verdad. Cuestionar la ética de la verdad es afirmar la ética de la duda. Zagrebelsky no deserta de la búsqueda de la verdad. A lo que renuncia es a esa verdad dogmática que descalifica la posibilidad de su cuestionamiento. Zagrebelsky retoma, sin nombrarlo, el argumento popperiano: la democracia es, como la ciencia, un dispositivo de permanente refutación.

La aspiración de basar la política en la Verdad es, quizá, el gran enemigo del Estado laico contemporáneo. Contra ese enemigo polemiza Zagrebelsky, en particular, contra la cruzada del papa Benedicto XVI, contra lo que ha llamado “dictadura del relativismo”. Una naturaleza descifrada por la revelación y luego codificada en una ley pétrea. Cualquier apartamiento de esa Verdad sería falseamiento del orden natural: sacrilegio. Aproximarse de esa manera a los problemas de la convivencia es aniquilar el pluralismo, devastar el fundamento de la democracia. Regresar a los alegatos del derecho natural es convocar a la guerra civil.

La democracia, concluye Zagrebels-ky en el epílogo del libro, es el terreno donde los asuntos pueden ser decididos de más de un modo. Así, el Parlamento puede aprobar o rechazar una propuesta de ley; el tribunal puede condenar o absolver; el ciudadano puede premiar o castigar con su voto. El autócrata vive en otro mundo: ahí no hay más que una solución legítima, una sola decisión moralmente válida, una sola verdad.

Un presidente muy social

El día de hoy el Presidente de Estados Unidos Barack Obama anunció su campaña para la reelección del 2012 a través de los medios sociales. Obama se apoyo en Internet y las redes sociales para su campaña presidencial en 2008 para organizarse, recaudar fondos y comunicarse con los votantes, al parecer su campaña de reelección también se edificará sobre los medios digitales. Obama anunció su candidatura este lunes a través de un mensaje Twitter, una actualización de estatus en su página de Facebook y un mail que llegó al buzón de entrada de quienes lo apoyan. Todos estos mensajes contaron con un link a la página oficial de la campaña: BarackObama.com.
“Hoy estaremos presentado los papeles para lanzar nuestra campaña de 2012″, decía el tweet publicado en el perfil @barackobama, el cual cuenta con 7.28 millones de seguidores. Toda la campaña se centra en el mensaje “Are you in?”, a través del cual invitan a la gente a mostrar su apoyo visitando el sitio oficial y ofreciendo su correo electrónico y su código postal.
El sitio oficial invita a los visitantes a hacer donaciones o postularse como voluntarios, también ofrece mercancía de propaganda como botones, estampas para el coche, botellas y playeras. En el sitio también puedes encontrar un video de 2 minutos de YouTube en el que aparecen algunos partidarios de Obama ofreciendo razones por las cuales los estadounidenses deben volver a votar por él.
Una manera en la que intercambian mensajes con los seguidores es través de la aplicación “Are you in?” de Facebook, donde la gente puede inscribirse y dejar comentarios. Sin duda una estrategia basada en los medios digitales y la Web 2.0 es parte de la razón por la cual Obama obtuvo la presidencia, ¿crees que este tipo de campañas podrían funcionar en México?

miércoles, 9 de marzo de 2011

Notas de Charles Simic

Simic - MonsterExtraña costumbre la de los poetas que toman notas de todo. En tiempos del Ipad siguen buscando cuadernos de buen papel, sacándole punta al lápiz o entintando su pluma. El fetichismo del cuaderno. Su hábito es compulsivo, como morderse las uñas. ¿Por qué escribir en una libreta lo que surca su cabeza? Porque no se puede confiar en la memoria, dice el poeta Charles Simic. La idea más profunda de cada poema, agrega, es que menos es más. Por eso los poetas son los anotadores ideales. Leyendo a los poetas me convenzo de que la mayoría de los ensayos, los cuentos o las novelas mejorarían si se redujeran a un manojo de oraciones. En la libreta que tituló El monstruo ama a su laberinto, (Ausable Press, 2008) anota cosas como éstas:
“He dedicado mi vida a hacer una pequeña verdad hecha de una infinidad de errores.”
"El poeta ve lo que el filósofo piensa."
“La estupidez es el condimento secreto que los historiadores tienen problemas para identificar en esta sopa que seguimos sorbiendo.”
“Soy miembro de esa minoría que se rehúsa a ser parte de una minoría oficialmente reconocida.”
“Religión: transformar el misterio del Ser en una figura que nos recuerda a nuestro abuelo sentado en la bacinica.”
"Poema corto: sé breve y dinos todo."
"Finalmente una guerra justa. Todos los muertos inocentes deben considerarse suertudos."
"La Gestapo y la KGB también creían que lo personal era político. La virtud por decreto era su otra creencia."
"La eternidad es el insomnio del Tiempo. ¿Alguien dijo eso o es una idea mía?"
"Nueva York es un sitio demasiado complicado para un solo dios y un solo diablo."
"La ambición de la teoría literaria de hoy parece ser encontrar el modo de leer literatura sin imaginación."
“Para los amantes, hasta el nombre de pila es poesía.”
"Una teoría del universo: el Todo es mudo, las partes gritan de dolor o a carcajadas."
"Adoro el dicho de Mina Loy: ningún hombre con una vida sexual satisfactoria se convirtió en censor moral."
"El nacionalismo es el amor al olor de nuestra mierda común."
"Una película de horror para vegetarianos: Salchichas grasientas cayendo del cielo a su sopita de verduras."
"Deidades momentáneas, así es como los griegos--creo--concebían a las palabras."
"La poesía y la filosofía producen lectores lentos y solitarios."
"Mi queja del surrealismo: adora la imaginación por vía intelectual."
"Enterrador: la verdad es oscura bajo tus uñas."
"La belleza de un momento fugaz es eterna."
“Quisiera mostrarle a los lectores que las cosas más familiares que los rodean son ininteligibles.”
“Entre la verdad de lo que se oye y la verdad de lo que se ve, prefiero la silenciosa verdad de lo visto.”
“Crear algo que no existe pero que, tras haber sido creado, parezca como si hubiera existido siempre.”
“Nota a los historiadores del futuro. No lean el New York Times. Lean a los poetas.”

lunes, 21 de febrero de 2011

Del candor

La práctica democrática ha encontrado en el candor a uno de sus peores enemigos. Tan nocivos como los autócratas, los ingenuos perjudican el gobierno democrático porque no se hacen cargo de sus complejidades, porque no reconocen las restricciones que los limitan, porque su desdén por la realidad los hace coleccionar derrotas. Sus tropiezos publicitan involuntariamente al régimen contrario. Si hay un derecho que los gobernantes no tienen es el derecho de ser ingenuo.
Sección 22 Oaxaca vuelve a ver las llamas. La violencia se apodera nuevamente de las calles y de las plazas de Oaxaca. Profesores incendian coches, gritan y patean. Admirables enseñanzas de los pedagogos: los alumnos identifican a sus maestros golpeando funcionarios. ¡Qué orgullo! El director de mi escuela es ése que sale en la foto aporreando al tipo tendido en el piso. La ciudad capturada otra vez por la violencia: un grupo político convencido de representar al Pueblo Verdadero reparte exigencias y amenazas. Se apresura a señalar a los inadmisibles y anticipa que la violencia seguirá hasta que se cumplan con sus condiciones. La historia se repite pero encuentra ahora la respuesta de la candidez. Al parecer, el flamante gobierno se avergüenza de cumplir con su obligación de restaurar el orden público. A la primera intimidación, cede. La sección 22 del sindicato magisterial impone las condiciones, el gobernador las acata. El diálogo está cerrado si el gobernador no ofrece una disculpa pública por la “represión.” La respuesta no se hace esperar: el gobernador declara: “Yo me disculpo en nombre del pueblo y en nombre de los policías que pudieron haber agraviado a alguna maestra, algún maestro.” ¿De qué se disculpa el gobernador?
¿Acepta el gobernador el calificativo de represor? Desde luego, si hubo abusos, debe castigarse ejemplarmente a los responsables. Pero no cabe la menor duda de dónde surgió la provocación y quién incendió la violencia. Más aún, funcionarios del nuevo gobierno acudieron a la manifestación para tratar de escuchar los reclamos de los maestros y fueron recibidos con el argumento de los golpes. ¡Y después de eso, quien pide una disculpa es el gobernador del estado! Más aún, el gobernador pide una disculpa a nombre de los agresores: “También me sumo a la disculpa si algún profesor o no profesor (sic) dañó los inmuebles particulares, vehículos particulares.” Eso: el gobernador no exige castigo para quienes causan daño a otros, no procede en su contra: pide una disculpa en su nombre. La reacción del gobernador oaxaqueño es lamentable porque reedita el cuento de las ilusiones de la alternancia. En el cambio de gobierno se habían depositado enormes esperanzas. El relevo del PRI en el gobierno local representaba, por supuesto, una venturosa oxigenación de la vida política oaxaqueña, tan distante de las elementales rutinas democráticas. La alternancia puede refrescar la política, pero no la reconstruye. Para transformar la mecánica del poder es necesario cambiar las reglas pero sobre todo, sacudir a los poderes. Lo deberíamos saber a estas alturas: las elecciones pueden castigar a un partido pero no cambian hábitos ni alteran en lo sustancial las relaciones de poder. En Oaxaca parece repetirse la inocentada del 2000 cuando un partido ganó la presidencia sin hacerse de las herramientas del poder y, sobre todo, sin entender cómo se mueve la máquina del pluralismo. Lo que sorprende más de la reacción del gobernador oaxaqueño es la sorpresa que le causó el vandalismo habitual de sus aliados. En diversas entrevistas sacó a relucir su pedigrí democrático, como si fuera un escudo infranqueable frente a los violentos. Gané limpiamente la elección, soy el gobernador de la transición, luego entonces, no habrá más coacciones, como las que había en el antiguo régimen. ¿Acaso confió en que un pacto electoral tendría la fuerza para desmontar una pesada estructura de intereses, el viejo negocio del chantaje? A Gabino Cué le corresponde probar que no es el Vicente Fox de Oaxaca: expectativa frustrada, la ingenuidad democrática que sólo puede festejar el triunfo electoral pero no el éxito gubernamental. La legitimidad es una corona inservible si no se traduce en eficacia.
Tal vez lo que encontramos en aquellas tierras es un resumen de lo que hemos visto en la última década a nivel nacional: la abusiva competencia de los cínicos contra los ingenuos. Por un lado están los profesionales del voto, los estrategas electorales que han aprendido a competir y a ganar—pero que no han aprendido mucho más. Por el otro lado se mantiene y se fortalece una compleja confederación de intereses que ha sabido aprovechar la dispersión del poder en su beneficio. Aquellos siguen pensando que la legitimidad lo es todo; éstos saben que lo que importa es el poder: la decisión. Los poderosos han descubierto que el brazo de los electos se tuerce con facilidad. Los ingenuos siguen creyendo en la magia electoral; los cínicos practican magistralmente el arte de la intimidación.

viernes, 18 de febrero de 2011

El suicidio diplomático de Estados Unidos

En ocasión del reciente aniversario del terremoto que asoló a Haití el año pasado, matando alrededor de 300,000 personas y destruyendo miles de escuelas y hospitales, leí una estadística que me dejó atónito: Venezuela ha prometido más fondos que Estados Unidos para la reconstrucción de Haití.
En efecto, la Oficina del Enviado Especial de las Naciones Unidas a Haití, el ex presidente Bill Clinton, dijo en su informe del primer aniversario del terremoto que Venezuela se comprometió a dar $1,300 millones para la reconstrucción de Haití, mientras que Estados Unidos ofreció $1,100 millones. (En desembolsos concretos, Venezuela le ha condonado una mayor cantidad de deuda externa a Haití, mientras que ambos países han desembolsado hasta ahora unos $120 millones cada uno de lo que prometieron a Haiti, segun la oficina de Clinton).
Si a ustedes les sorprenden estas cifras, y piensan que todas las profecías sobre la declinación de la influencia estadounidense en el mundo se materializarán si Washington ni siquiera puede ser el mayor donante en su propio vecindario, prepárense para lo que viene: será aún peor.
La nueva mayoría republicana de la Cámara de Representantes está procurando recortar este año hasta $100,000 millones de los programas de ayuda domésticos y externos, para ayudar a reducir el gigantesco déficit presupuestario de Estados Unidos.
Fuentes del Congreso me dicen que los republicanos recortarían los programas de ayuda externa en entre un 10 y un 30 por ciento. La Coalición por el Liderazgo Global de Estados Unidos, un grupo pro ayuda externa con sede en Washington D.C., estima que la propuesta republicana reduciria el Presupuestos de Asuntos Exteriores --que financia desde los salarios del Departamento de Estado hasta las vacunas contra el sida en Africa-- en más de un 13 por ciento, una cifra que, según afirma, resultaria ``devastadora''.
Algunos republicanos ultraconservadores, como el mimado del Tea Party, el senador por Kentucky, Rand Paul, han dicho que quieren eliminar por completo el presupuesto de ayuda externa estadounidense.
Los republicanos de la Cámara intentan eliminar al menos 2,170 empleos creados en los últimos años en el Departamento de Estado para compensar anteriores recortes de empleos, según un artículo de Politico.com . Irónicamente, casi todos estos empleos fueron creados a instancias del ex secretario de Estado republicano, Colin Powell, quien argumentó que Estados Unidos necesitaba ``tropas diplomáticas'' para mejorar su seguridad en el mundo.
¿Acaso no se debilitaría la influencia estadounidense en todo el mundo con estos recortes?, le pregunté en una entrevista reciente a la nueva presidenta del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara, la congresista republicana por Miami, Ileana Ros Lehtinen.
Ros Lehtinen, que es más pro ayuda externa que muchos de sus colegas republicanos, me dijo que ``si vamos a recortar el presupuesto a un nivel doméstico en Estados Unidos, ¿cómo no lo vamos a hacer con el presupuesto de ayuda a todos los países? Tenemos una deuda fuera de control, y un déficit astrónomico que les estamos pasando a nuestros nietos. No podemos seguir así''.

Casi todos los demócratas temen que los recortes propuestos serán un duro golpe para la diplomacia estadounidense. Citan un comentario del secretario de Defensa, Robert Gates, quien dijo en septiembre, refiriéndose a Afganistán e Irak, que ``el desarrollo es mucho más barato que enviar soldados''.
El congresista demócrata por Nueva York, Eliot L. Engel, líder de la minoría del Subcomité para el Hemisferio Occidental de la Cámara, me dijo en una entrevista que los recortes de la ayuda externa en momentos de la lucha contra los carteles de la droga en México y América Central, y en que aumenta la influencia de China, Irán y Venezuela en todo Latinoamérica ``es algo que se volverá en nuestra contra.
Mi opinión: Aunque Estados Unidos sigue siendo, por mucho, el país que más ayuda externa concede en cantidad de dólares, es uno de los países industrializados que menos da con relación al tamaño de su economía: sólo dona el 0.2 por ciento de su PBI en asistencia externa, comparado con el 1 por ciento de Suecia.
Lo que es aún más significtivo --y es algo que no van a escuchar en Fox News u otros medios conservadores--: Estados Unidos sólo destina el 1 por ciento de su presupuesto federal a la ayuda externa.
Tal vez, tras las revelaciones de WikiLeaks, el Congreso debería exigir a los funcionarios del Departamento de Estado que dediquen más tiempo a promover las exportaciones norteamericanas, y menos tiempo a escribir cables sobre las escapadas sexuales del primer ministro italiano Silvio Berlusconi.
Pero los drásticos recortes a la ayuda externa propuestos por los republicanos equivaldrían a un suicidio diplomático en cámara lenta para Estados Unidos. El hecho de que Venezuela haya prometido mas ayuda a Haití que Estados Unidos debería hablar por sí solo.

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