La principal queja contra Vicente Fox fue que nunca se atrevió a ejercer el poder. Más o menos lo intentó vía el extinto Carlos Abascal, pero en realidad la política del expresidente fue resolver los conflictos vía la negociación. La sorpresiva medida tomada por Felipe Calderón esta semana contra Luz y Fuerza del Centro nos habla de una filosofía completamente distinta. Calderón ha intentado desde su primer día recuperar todo lo perdido durante la administración pasada. Fue a través del Ejército Mexicano que intentó arrebatarle al crimen organizado las plazas y las rutas de la droga. Fue a través de un aguerrido Secretario del Trabajo que intentó terminar de cortar la cabeza de Napoleón Gómez Urrutia, y ahora desacreditar a Martín Esparza. Fue a través de Josefina Vázquez Mota con quien intentó desmantelar el sistema educativo secuestrado por la maestra Elba Esther Gordillo (quizá uno de sus más rotundos fracasos). Fue a través de Agustín Carstens que intentó desmantelar la estructura de privilegios de empresarios bien posicionados en el poder, como Carlos Slim, Emilio Azcárraga, Roberto Hernández y ahora con la reciente propuesta de paquete económico, a las tabacaleras y cervecerías del país. Fue a través de Germán Martínez como quiso centralizar las decisiones hacia el interior del PAN, y fue a través de la misma maestra Gordillo que quiso controlar al PRI en ambas Cámaras. Es a través de Jorge Tello Peón que quiere controlar a todas las policías del país para unificarlas bajo un solo mando. Podemos alegar que en ninguno de los frentes ha mostrado notables éxitos, sin embargo la estrategia de Calderón es clara. El presidente fue durante décadas una figura de respeto, y ahora es de su interés hacerle saber a todos los involucrados que la figura está de vuelta. Quienes han leído el movimiento contra el Sindicato Mexicano de Electricistas como un ataque a la izquierda mexicana, probablemente están acertando. Quienes lo han leído como un movimiento de seguridad nacional para tener control sobre el suministro de energía en la capital del país, probablemente están acertando. Quienes lo han leído como un mensaje para otros sindicatos, probablemente están acertando. Y ése es precisamente el punto, Calderón ha decidido un movimiento que puede tener muchas explicaciones y muchas consecuencias. El reto no es en entender los múltiples factores, sino comprender que esto se posiciona como un paso más hacia la centralización del poder, algo que ha estado en la mente y obsesión del presidente desde el primer día de su mandato. El riesgo está en que su intención por centralizar el poder le puede generar más enemigos que amigos. La docilidad y permisividad de Vicente Fox ha provocado un presidente que busca todo lo contrario. Las consecuencias son dos, y las dos son negativas: un presidente que triunfe en su objetivo y que logre un retorno hacia un autoritarismo protofascista sustentado en la honorabilidad de las armas del glorioso ejército mexicano; o un presidente que fracase y que sucumba ante el principio de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo: ¿se imaginan a todos esos grupos de interés convocados contra la presidencia? La mesa puede ser tan amplia como enemigos se siga atrayendo el presidente. En política no hay vacíos. Calderón lo ha entendido. El problema es que también los otros lo comienzan a entender. Hagan sus apuestas.
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jueves, 15 de octubre de 2009
En la politica no hay vacios
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