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jueves, 27 de junio de 2013

Un partido de rencores


Al terminar su discurso a la Asamblea Constitutiva del Partido Acción Nacional, Manuel Gómez Morin defendió su proyecto como la vía para hacer de México “una patria ordenada y generosa, y asegurar a todos los mexicanos una vida mejor y más digna.” La frase se convirtió de inmediato en lema del partido: por una patria ordenada y generosa. Doble apuesta del conservadurismo democrático: cambio ordenado, pacífico, siempre a través de los cauces institucionales; superación de las envidias, sometimiento de la ambición a lo que llaman “bien común.” Tras doce años de gobierno, el partido de la derecha, si quisiera retratarse en su lema, habría de invertir el binomio: un partido desordenado y rencoroso.

Desordenado porque ha dejado de cuidar el patrimonio de su institucionalidad. El presidente del partido no actúa como coordinador de una estructura plural y diversa, sino como el comandante de una tropa vengadora. Lejos de procurar convivencia y entendimiento, polariza, excluye, provoca. Va tras de aquellos que, desde el poder, lo maltrataron. Por encima de los intereses comunes, se dedica a la venganza interna. La jefatura de un partido entregada, pues, a los peores instintos de una de sus tribus. El conflicto incubado desde hace tiempo no ha sido estímulo de prudencia para el presidente del PAN sino, por el contrario, un acicate para profundizar la crisis. No han sido pocos los conflictos internos en el PAN en la historia de ese partido: diferencias ideológicas, pleitos por la estrategia electoral, desacuerdos sobre el sentido de la colaboración con otros. Pero es difícil recordar enemistades de esta magnitud. Grupos acusándose de pillos, conspiraciones para burlar la ley, decisiones vitales para el partido que no tienen más sentido que la ofensa y la provocación. La estupidez del desquite.

Cuando Gómez Morin hablaba del orden, aludía a la necesidad de cultivar respeto por las instituciones. Esa fue, quizá, la gran aportación de Acción Nacional a la vida pública mexicana: un partido empeñado en la ruta institucional: una terca barrera al caudillismo y la arbitrariedad. Si en algo contrastaba el PAN con el paisaje era precisamente que se tomaba las reglas—empezando por las propias—en serio. Pero la política del escarmiento no se subordina a norma alguna. Así, el la mayoría de los senadores panistas ha querido dar un golpe de estado a su coordinador. Les fue impuesto, desde luego, como un agravio tan legal como arbitrario del presidente del PAN. No tardaron los viudos de Calderón en responder el insulto con el atropello. Al coordinador impuesto lo pretenden convertir, más que en pieza decorativa en emblema de sometimiento. Lo hacen violando abierta y groseramente sus propias reglas. En lo sustancial, pretenden arrebatarle al coordinador toda palanca de coordinación. En lo formal, lo han hecho rompiendo con el procedimiento legal para reformar sus estatutos. Lo establece con claridad el artículo 25 del Estatuto del Grupo Parlamentario del PAN en el Senado: el coordinador o el vicecoordinador que él designe debe presidir cualquier reunión convocada para reformar sus estatutos. La mayoría de los senadores decidió “reformar” los estatutos en ausencia de quienes debían presidir la reunión. Los senadores panistas violando abiertamente su legalidad para asestarle un golpe al coordinador. El calderonismo se muestra así como una banda golpista dentro de su propio partido. Violar la ley para arrebatarle el poder a quien legalmente le corresponde. La grotesca espiral de las venganzas.

Las crisis pueden ser encrucijadas complejas que permiten definir un rumbo. Los conflictos pueden ser pleitos fértiles. Pero no hay ninguna nobleza de este tipo en la crisis del PAN. No hay debate de ideas; no se oponen proyectos; ni siquiera son estilos contrastantes de liderazgo los que se plantan hoy para darle rumbo a un partido indispensable. El PAN se ha convertido en el partido de los resentimientos. Un partido en oposición a sí mismo, un partido enfadado consigo mismo. Acción Nacional no puede ver afuera porque lo dominan los rencores familiares, la animosidad interna, el odio doméstico, los agravios consanguíneos. En esta lucha a garrotazos, no hay personaje de autoridad, no hay figuras respetables de cohesión que pudieran servir para la urgente mediación. Y los protagonistas de la crisis siguen dedicados a carbonizar el patrimonio de su partido. La crisis de Acción Nacional apenas empieza. Lo peor está por venir.

martes, 18 de junio de 2013

Santa Margarita de la Llave Perpetua

La presidenta municipal de Monterrey pidió respeto y tolerancia por sus creencias. Unos días antes había entregado la ciudad que gobierna a Jesucristo, a quien declaró la autoridad máxima de la ciudad. La alcaldesa había participado en un evento llamado “Monterrey ora,” organizado por la Alianza de Pastores. Ahí, enfatizando la solemnidad de una proclama, dijo: “Yo, Margarita Alicia Arellanes Cervantes, entrego la Ciudad de Monterrey, Nuevo León, a nuestro Señor Jesucristo. Para que su reino de paz y bendición sea establecido, abra las puertas de este municipio a Dios como la máxima autoridad. Reconozco que sin su presencia y su ayuda no podemos tener éxito real.” Esas fueron las palabras de la presidenta municipal de Monterrey: entregar simbólicamente la ciudad que gobierna a una deidad, declararla una autoridad superior a todos los poderes constitucionales y expresar su convicción de que sólo la intervención celestial puede salvar a la ciudad.

Cuando pide respeto por sus opiniones, la alcadesa se trepa en un tópico de la sensiblería contemporánea: todas las opiniones son respetables. No: las opiniones requieren mérito para ser respetables. Lo respetable es aquello que ha ganado nuestra consideración, lo que nos parece digno, aquello que calificamos como portador de un valor moral o estético. ¿Es respetable el discurso racista? No lo es. Tampoco lo es el discurso clasista, aunque se vista como instructivo de la decencia o el buen gusto. No son respetables el prejuicio del homófobo, la trampas del demagogo ni el embuste del farsante. Esa idea de que todas las opiniones son respetables es sencillamente absurda. Hay opiniones respetables y hay opiniones execrables. Ideas valiosas e ideas siniestras. No creo por eso mismo que la fe en lo inverificable sea, por sí misma respetable. La fe puede ser la mejor coartada del crimen y la persecución pero también un estímulo de bondad. De la creencia, desde luego, pueden derivarse lecciones, máximas, relatos llenos de sabiduría y profundidad—o llamados al degüello. Por eso digo que la fe, por sí misma, no merece respeto. Lo respetable, en todo caso, son los frutos de la creencia. Cualquier creencia exige, eso sí, tolerancia. No debe emplearse la fuerza para proscribir las ideas que nos repugnan o las ideas que consideramos nocivas. Tampoco es admisible imponer ideas a través de la coacción. Ni siquiera esas ideas execrables que hay que denunciar, combatir, ridiculizar han de ser prohibidas. Es que la tolerancia surge precisamente de la aceptación de que hay ideas detestables. No es producto de la cultura de la indiferencia sino, muy por el contrario, instrumento de una sociedad beligerante.

Cuando se pide respeto por nuestras ideas se nos pide que les reconozcamos mérito, que las apreciemos, que las celebremos, que advirtamos alguna luz en ellas—cosa que, tratándose de las declaraciones de la alcaldesa de Monterrey, me resulta imposible. No tengo duda de que las expresiones de la alcaldesa merecerían tolerancia—si no fueran expresiones de una alcaldesa. Cuando la presidenta municipal habla no se expresa un particular sino una persona que desempeña una función pública. Patrimonialismo espiritual. Como advertía Ignacio Marván hace unos días, la presidenta municipal de Monterrey no entregó la cocina de su casa a Jesucristo, le entregó retóricamente la ciudad que gobierna. Margarita Arellanes no fue electa por la Alianza de Pastores, sino por una comunidad religiosamente diversa: a ella debe el respeto que sólo se muestra a través de la neutralidad.

No importa si su fe es compartida por una mayoría, no importa si es vista con agrado o con indiferencia: es un atentado a uno de los principios elementales de la convivencia política moderna: la laicidad. Cuando la Constitución establece el principio de laicidad como el marco esencial del poder público exige a los funcionarios públicos un compromiso de neutralidad. Desde el Estado no se puede privilegiar ninguna religión. Las ventajas constitucionalmente prohibidas no son solamente financieras: beneficiar a una iglesia con fondos públicos; se trata también de ventajas simbólicas: construir el discurso público con las parcialidades de una fe. Creo que el principio de laicidad constitucional va un paso más adelante: más que la abstención, conmina al poder público a promover activamente la neutralidad. El Estado y sus funcionarios no pueden ser agentes de promoción religiosa.

El caso de la alcaldesa de Monterrey no es único. Otros presidentes municipales y el gobernador priista de Chihuahua han coqueteado con ese tipo de populismo religioso. Gobernantes entregando el territorio que gobiernan a santos y dioses. Denunciar estos atentados contra la laicidad del Estado mexicano no es chicotazo jacobino: es, además de una elemental defensa de la legalidad, el cuidado de un principio esencial de la convivencia. Tenemos muchos problemas. No creemos uno nuevo.

Televisa lo hace nuevo y le condona el SAT

Aristóteles Núñez , titular del Servicio de Administración Tributaria, aseguró que la condonación de 3 mil millones de pesos de impuestos a Televisa fue legal.

El 11 de mayo pasado se dio a conocer que, por dicha condonación, la televisora únicamente debió pagar el 10% correspondiente a esa deuda, es decir, 343 millones 254 mil pesos, y desistir además de un juicio de nulidad que promovió contra el fisco desde el año 2011.

En entrevista con Noticias MVS, el titular del SAT negó alguna “distinción” con la televisora, pues, dijo, “no se puede negar lo que la ley ya concede”, pues, explicó, que el programa de regularización de adeudos fiscales es por “ordenamiento del Poder Legislativo”.

Núñez explicó que cualquier contribuyente puede acogerse a la figura del programa “Ponte al corriente” que consiste en una disminución de hasta 100% de los adeudos fiscales, cuyos porcentajes varían dependiendo del concepto y año del ejercicio del adeudo.

Refirió que en el caso de Televisa, ésta pagó sólo el 10% del adeudo porque se acogió al mencionado programa y se desistió del juicio de nulidad contra el fisco.

Nuñez también explicó que la condonación es una facultad que tiene el Congreso de la Unión y que es diferente a la cancelación.

La condonación es renunciar legalmente a exigir el cumplimiento de la obligación fiscal. Consiste en la facultad que la ley concede a la autoridad hacendaria para declarar extinguir un crédito fiscal.

La cancelación consiste en el castigo de un crédito por insolvencia del deudor o incosteabilidad en el cobro.

El 12 de mayo, tras la controversia, el SAT aclaró que cualquier contribuyente puede apegarse al programa ‘Ponte al corriente’, el cual condona total o parcialmente los adeudos fiscales.

Dicho programa, detalla el SAT, es para que los deudores accedan a la condonación total o parcial de adeudos fiscales causados antes del 1 de enero de 2007, derivados de contribuciones federales, cuotas compensatorias, actualizaciones y accesorios, así como multas por incumplimiento de obligaciones fiscales distintas a las de pago…”.

En este sentido, se indica que para adeudos de 2007 a 2012, también se ofrece la condonación de hasta el 100% “pero sólo de los accesorios y sólo tratándose de ciertas contribuciones.”

El programa se instrumentó en cumplimiento al mandato establecido en el Artículo Tercero Transitorio de la Ley de Ingresos de la Federación para 2013. Cabe recordar que durante el análisis y aprobación del paquete fiscal para 2013, los Diputados y Senadores ordenaron al SAT su aplicación.

Asaltan camioneta blindada… en bici

Un grupo de seis personas en bicicleta asaltó a un vehículo de transporte de valores y se apoderó del dinero destinado para abastecer a un cajero automático ubicado en Calzada de la Viga casi esquina con Ermita Iztapalapa, colonia Unidad Modelo.

Reportes de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) señalan que los hechos ocurrieron esta tarde en el estacionamiento de un centro comercial, donde los presuntos responsables amagaron con armas de fuego a los custodios de la empresa Seguritec.

De acuerdo con las primeras investigaciones los empleados descendieron de la unidad con número económico 7601, placas de circulación 610 AS4, para dirigirse a la sucursal Banamex que se localiza en ese lugar.
De manera intempestiva fueron sorprendidos por seis jóvenes que se apoderaron de dos bolsas selladas que contenían el dinero, cuyo monto hasta el momento no ha sido cuantificado por las autoridades correspondientes.
Los asaltantes huyeron a bordo de bicicletas y se introdujeron a una unidad habitacional, donde elementos de la SSPDF y agentes de la Policía de Investigación realizaron un operativo, apoyados por un helicóptero del Agrupamiento Cóndores, sin lograr detener a los presuntos responsables.

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