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martes, 31 de agosto de 2010

Los anticlericales de hoy

Este blog se ha beneficiado enormemente de los comentarios de El Lector. Las notas que he puesto sobre la crisis del Vaticano han encontrado en sus mensajes respuestas inteligentes que mucho aportan a la discusión. En su comentario más reciente, hace una reflexión que vale la pena destacar. Escribe:
Me preocupa notar que los anticlericales de hoy ya no son como los de antes. Voltaire y Melchor Ocampo fueron adversarios formidables para la Iglesia no sólo por su inteligencia, su pasión y la gracia de su pluma, sino también porque eran cristianos cultos, que sabían lo suyo de teología, derecho canónico e historia eclesiástica (además de muchas otras cosas). Yo no te pido que seas cristiano, jamás se lo exigiría a nadie, pero sí te pido que conozcas mejor al objeto de tu animadversión. Hay que luchar contra la dictadura del lugar común. 

viernes, 20 de agosto de 2010

La dictadura del relativista

El contraste de estilos fue notable, aún para quien no sigue con atención los informes del Vaticano ni entiende la riqueza de sus símbolos. Tras un papa seductor de los medios, un predicador infatigable empeñado en recorrer todo el planeta, llegó un teólogo a sucederlo. No tiene el encanto ni el vigor de su antecesor. La sonrisa no le brota con naturalidad. Trajo consigo, sin embargo, extraordinarias credenciales intelectuales. Un auténtico filósofo, un teólogo erudito, un pianista notable: un intelectual que no ha rehuido el debate público. Hace unos años el Fondo de Cultura Económica publicó un librito que recoge el diálogo que sostuvo con Jürgen Habermas. El filósofo y el teólogo se reunieron en enero de 2004 en la Academia Católica de Baviera para discutir sobre los cimientos prepolíticos de la sociedad. La ponencia de Ratzinger me parece admirable por su erudición y lucidez. Más áspero fue su intercambio con Paulo Flores D’Arcais sobre la existencia de Dios. No es lugar para pesar sus argumentos. Destaco tan sólo la solvencia intelectual del pontífice.
Las reflexiones del teólogo no son, sin embargo, meros argumentos en el tejido de una conversación. No son opiniones de un religioso, sino actos de poder. Durante casi un cuarto de siglo fue el vigía de la fe y hoy es la cabeza de una institución milenaria. Fue un severísimo cuidador de la ortodoxia, un duro censor de opiniones disidentes, un celosísimo custodio de la tradición. El centinela de la doctrina fue inflexible con quienes se apartaban de su ruta. Su teología instituía una rigidez implacable. Su sapiencia alimentaba una cruzada de intolerancia. Ratzinger fue, sin duda, un extraordinario censor. Ninguna idea le parece inofensiva. Si su encomienda era evitar la ventilación de la organización religiosa más grande y más longeva del mundo, cumplió cabalmente su cometido. Benedicto XVI está convencido de que los males del mundo contemporáneo derivan de la Ilustración y no quiere que esas luces entren en su templo. La guerra de las civilizaciones de la que hablaba Huntington no es para él la batalla entre el islam y el mundo occidental sino el enfrentamiento de la cultura religiosa contra la cultura sin dios. Por ello se ha empeñado en cerrar las puertas de la iglesia a cualquier perversión moderna. Cuidar que el pensamiento de la Iglesia no se desvíe, vigilar que su enseñanza no se contamine por la moda de estos siglos recientes.
Pero esta obsesión por las ideas, esta manía teológica contrasta con la permisividad frente a los crímenes cometidos por sacerdotes católicos. Se trata de una tolerancia cómplice, un caso claro de encubrimiento. En su iglesia no habrá lugar para algún párroco que piense distinto; pero sí para quien ha violado niños.
Los crímenes sexuales al interior de la Iglesia son vistos como pecados; no como delitos. Como escándalos que agreden la reputación de la Iglesia, no como crímenes que merecen castigo ejemplar. Para él, el escándalo ha sido el intento de desprestigiar a la Iglesia; no la larga lista de víctimas. Las acusaciones que han llegado hasta la cima de la Iglesia son para el papa “murmuraciones de la opinión dominante.”
La heterodoxia será imperdonable para él; pero la violación de niños debe recibir comprensión, si es que hay arrepentimiento del pecador. Como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger tuvo a su cargo investigar numerosas violaciones (no deben llamarse simplemente abusos sexuales) cometidas por sacerdotes católicos. Conoció de numerosos crímenes sexuales en Alemania y en Estados Unidos… y no hizo nada. El New York Times ha publicado trabajos periodísticos notables que detallan la responsabilidad directa del papa en la inacción y el encubrimiento. Como obispo de Munich, supo del caso del padre Hullerman quien obligó a un niño de 11 años a practicarle sexo oral. Ratzinger no dio aviso a la policía y estuvo de acuerdo con el traslado del sacerdote para recibir ayuda psicológica, manteniendo su trabajo eclesiástico y su contacto con niños—a los que, en poco tiempo, volvió a agredir sexualmente. También supo del caso del cura Murphy de Wisconsin, acusado de violar cerca de 200 niños sordos. No hizo nada. Le preocupaba, ante todo mantener el secreto. Más que la suerte de las víctimas, le ha importado proteger la reputación de la Iglesia. De su pluma salió, sí una amenaza: excomulgados quedarán quienes divulguen los hechos; no quienes hayan cometido los crímenes. No sé, preguntaba Andrew Sullivan hace unos días, si haya algo más repugnante moralmente, que colocar la imagen una institución por encima de la protección de niños que han sido sexualmente atacados. Pero esa ha sido la decisión del papa. 
Cazar disidentes, encubrir pederastas. Ahí está es la verdadera dictadura del relativismo: castigo implacable a quien se aparta de la doctrina; perdón y terapia a los curas que, por comprensible debilidad carnal, se meten en los pantalones de los niños.

jueves, 5 de agosto de 2010

La estrategia ciega


El documento de la hora es el estupendo artículo de Eduardo Guerrero sobre la agujereada estrategia gubernamental contra el crimen, publicado en el número más reciente de nexos. El texto merece una lectura atenta. No sólo ha hecho ruido sino que, al parecer, ha contribuido a provocar la revisión  de la estrategia gubernamental. En sus conclusiones puede encontrarse este juicio sobre la ceguera de la decisión inicial. El gobierno no contaba información esencial sobre el enemigo en estos renglones:
  1. Su moderno, abundante y potente acervo de armas. La facilidad con que introduce armas en territorio nacional y su alta sofisticación logística. 
  2. Sus altas capacidades de inteligencia y contrainteligencia. Los cárteles han logrado penetrar las altas esferas de la SSP y la PGR, como lo han revelado los arrestos de Fernando Rivera (director de inteligencia de la SIEDO en la PGR), Noé Rodríguez Mandujano (SIEDO), Édgar Enrique Bayardo (inspector de operaciones de la PFP), Gerardo Garay (Comisionado de la PFP), Francisco Navarro (jefe de Operaciones Especiales de la PFP) y Jorge Cruz (director de Análisis Táctico de la PFP). 
  3. La abundante reserva humana con que cuenta para sostener una guerra larga y costosa (típicamente jóvenes agrupados en pandillas o campesinos en el sur del país). 
  4. La protección social con que cuentan en innumerables comunidades del país, dado su papel como benefactores. 
  5. Las capacidades y vulnerabilidades específicas de cada uno de los cárteles. 
Sobre las propias capacidades:
  1. La escasa capacidad de inteligencia con que cuentan el ejército y las policías preventiva y ministerial. 
  2. La penetración del crimen organizado en los niveles directivos de las agencias gubernamentales. 
  3. La inadecuación del marco regulatorio para emprender una guerra con el crimen organizado. 
  4. Los conflictos burocráticos entre las diversas agencias que componen el gabinete de Seguridad Nacional, y que impiden su coordinación —condición clave para avanzar exitosamente en la estrategia. 
  5. El nulo apoyo que recibirían las fuerzas federales de las fuerzas estatales y municipales. En algunos casos, las policías municipales incluso han boicoteado el trabajo de la Policía Federal y del ejército.

Convocan la primera 'Manifestación contra las Agresiones a Periodistas en México' a realizarse en el DF


 
Para exigir un "¡Alto a la impunidad en torno de los asesinatos, secuestros, desapariciones y amenazas a los periodistas y trabajadores de los medios de comunicación! ¡No más agresiones!", periodistas, editores y trabajadores de medios de comunicación han convocado a una marcha para el próximo sábado 7 de agosto a las 12:00 horas en la ciudad de México.
Esta movilización -dice el texto difundido-, que partirá del Ángel de la Independencia, en el Paseo de la Reforma, a la sede de la Secretaría de Gobernación, en Avenida Bucareli, es la expresión y concreción de inquietudes y preocupaciones de reporteros, redactores, editores y trabajadores de los medios de comunicación de todo el país que, sin siglas ni membretes, hemos decidido demandar justicia para las víctimas de agresiones y asesinatos, condiciones de seguridad para ejercer nuestra labor cotidiana y acciones concretas a favor de la libertad de expresión y del derecho a la información por parte de las instituciones del Estado que tienen ese mandato legal.

El llamado a la denominada "la primera Manifestación contra las Agresiones a Periodistas en México", organizada también como "un acto de acto de solidaridad con los colegas muertos, amenazados, con los 64 reporteros cuyos crímenes no han sido resueltos, con los 11 que continúan desaparecidos", asienta en el segundo de tres planteamientos:

"Las instituciones del Estado mexicano, y los diferentes órdenes de gobierno, tienen el deber y la obligación constitucional de garantizar el pleno acceso y disfrute de los derechos a la libertad de expresión y a la libertad de información, para los periodistas y la sociedad en general, sin distinción de posiciones ideológicas o políticas. Esos derechos, que deben tener plena vigencia para todos los mexicanos, no pueden, en modo alguno, suspenderse, acotarse, negociarse o transferirse. ¡Que se cumplan! ¡Que se hagan cumplir!".

Destraca el escrito que "como lo evidencian los acontecimientos más recientes ocurridos en Gómez Palacio, Durango, reporteros, camarógrafos y reporteros gráficos somos el eslabón más débil en la industria de la comunicación: es a nosotros a quienes agreden físicamente, a quienes amenazan, a quienes secuestran, a quienes asesinan, a quienes acosan, quienes dejamos en la indefensión a nuestras familias, quienes padecemos, día tras día, el repudio y las agresiones sólo por portar una libreta, un logotipo, un micrófono, una cámara, una grabadora: por hacer nuestro trabajo".

Convencidos -agrega el comunicado- de que es hora de que todos los periodistas de México se sienten a dialogar, a discutir, a buscar, con su pluralidad de posiciones y opiniones, la forma de garantizar el ejercicio pleno del oficio y el derecho de los ciudadanos a la información en cada rincón del país, lanzamos este llamado para que nos respalden, nos acompañen, nos hagan sentir que los reporteros de a pie no estamos solos en nuestros planteamientos:

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